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Archive for octubre 2010

PUBLICIDAD DE DIOS

No resistí a la tentación de volver a escribir sobre el rescate de los 33 mineros de la mina San José en Chile, la operación de rescate no solo me mantuvo despierto por largas horas, también me mantiene emocionado al poder observar cómo la mano de Dios Padre ha obrado con este verdadero milagro.
Momentos de prolongadas emociones contenidas, seguidas por una explosión de alegría y alivio al comprobar cómo la operación en su fase crucial se desarrollaba con fluidez. ¡Gracias Dios Padre, tu mano se ha mostrado con nitidez en este milagro!.
Saliendo el primero aflojó la tensión y afloraron las lagrimas de alivio y gozo, el segundo: el locuaz del grupo, Mario Sepúlveda, no solo mostró sus condiciones de líder nato, también especial sabiduría y control propios de quienes sienten la dirección del Todopoderoso: “Abajo estuve con Dios y con el diablo; ganó Dios” , frase que se agrega a la ya famosa de “Es hora que el mundo deje de ser rencoroso porque lo que ha pasado aquí es prueba suficiente que nos demuestra que Dios existe”.
El infierno lo deben haber experimentado esos hombres los primeros 17 días, sin contacto con la superficie, con alimentos, bebida y ventilación restringidas al máximo, el equilibrio y la lucidez fueron posibles gracias a los personajes que ocuparon papeles protagonistas, como Yonni Barrios apodado “el doctor”, Mario Sepúlveda pieza importante en las comunicaciones con el exterior, y lo fundamental: la fe en Dios infundida por José Henríquez y José Ojeda.
Muchos especulan con el número 33: treinta y tres mineros, la fecha 13.10.10 cuyos números sumados dan también 33, 33 años de vida de Jesucristo, todas simples especulaciones, lo concreto, lo real y verdadero se circunscribe a los testimonios: la familia Avalos habló de las oraciones y de los cánticos de fe en el campamento, los rescatados que señalaron al cielo una vez puesto los pies en tierra, los que se hincaron y dieron gracias al Señor por su salvación, todo se une a las declaraciones del presidente chileno quien reiteró sus agradecimientos a Dios por tamaño milagro.
¡Gloria Dios Padre!, nunca como ahora resuena el Salmo 95 cuando dice: “Porque Jehová es Dios grande, y rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas”.
Ni en las entrañas de la tierra o del mar, ni en el espacio infinito, ningún lugar escapa a la presencia de Dios Padre, quienes pretendan ignorar su presencia en nuestras vidas, los soberbios, deben tener en cuenta que: “ Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de allí te derribaré , dice Jehová” ( Abdías 1: 4)
Solo resta pedir a los hombres que reaccionen, que no puede ser que se necesite esclavitud, terremoto o confinamiento a 622 metros de profundidad para reconocer que debemos corregir rumbos y abandonar la soberbia, la vanidad y todas esas malas acciones que nos separan como hermanos y de Dios como hijos.
Los mineros lo resumieron así: “¡Gracias Señor!”

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LA REGLA DE ORO

Me atrevo a afirmar que la mayoría de nosotros seguimos estas reglas: investigar algo que anuncie el cómo alcanzar un objetivo codiciado, con poco trabajo, sin mayor costo monetario ni de trabajo físico o intelectual, por ejemplo: “como hacerse rico con poco esfuerzo”, o “como rebajar de peso comiendo de todo”. Cuando compramos un aparato nuevo, sea este un carro, un televisor o una licuadora; sentimos la necesidad de conocer cual tipo de combustible usa, si se puede usar a la intemperie, si aguanta calor o bajas temperaturas, etc., en este caso la regla de oro la da el fabricante, pues es él quien sabe cómo conseguir el funcionamiento óptimo de su objeto fabricado, indicando en un manual como se debe y como no se debe operar, ¿existe mejor recomendación que la del fabricante?.
¿Qué diría usted si descubre que existe una regla de oro para la convivencia pacífica, fraternal y próspera en Venezuela?, una regla de oro que no incomode ni a los partidarios del socialismo ni a los que creen que el capitalismo es lo más adecuado, que no sea una utopía como se le acusa al comunismo, ni despiadado como se le señala al capitalismo liberal. Tal regla sí existe, muchos la conocen pero sucede que cuando se da a conocer en público, muchos se niegan siquiera a considerarla, alegando: “no existe maravilla que sea barata, mucho menos gratis”. En nuestra ceguera y torpeza solemos ignorar hasta lo más elemental, por ejemplo: hemos contaminado hasta el extremo de convertir el agua que bebemos y el aire que respiramos para nuestra sobrevivencia, casi en veneno mortal.
Existe el secreto para la buena convivencia, ha estado frente de cada uno de nosotros, pero cada uno de nosotros, en nuestra propia estupidez, no hemos querido verlo, es poderoso y sencillo, al punto de parecer propuesta infantil, dice más o menos así: “Traten a los demás como ustedes mismos quieren ser tratados”, ¿alguien puede estar en desacuerdo con esto?, ¿no viviríamos en un mundo ideal si cada quien actuara bajo esta premisa?.
“Nadie puede cambiar de color de su piel, ni puede un leopardo quitarse sus manchas; tampoco nosotros podremos hacer lo bueno si solo practicamos lo malo”, ¿verdadero o falso?. Quien cree en un Dios vivo no dejará de aceptar que: “Si Dios no edificare la casa, en vano trabajan los que la construyen. Si Dios no guardare la ciudad, en vano la custodia la guardia”.
Todo esto ha estado frente a nuestros ojos, pero muchos no lo han querido ver, la primera cita es del propio Jesucristo (Mateo 2, Lucas 6:31), la segunda del profeta Jeremías (13:23) y la última la encontramos en el Salmo 127:1.
“Maldito el varón que confía en el hombre, y pone su fuerza en su brazo, y su corazón se aparta de Dios. Bendito el varón que confía en Dios y cuya confianza es Dios. Porque será como árbol plantado junto a la corriente de agua, que junto a la corriente echará raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde, y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”. ( Jeremías 17: 5, 7-8)

Me atrevo a afirmar que la mayoría de nosotros seguimos estas reglas: investigar algo que anuncie el cómo alcanzar un objetivo codiciado, con poco trabajo, sin mayor costo monetario ni de trabajo físico o intelectual, por ejemplo: “como hacerse rico con poco esfuerzo”, o “como rebajar de peso comiendo de todo”. Cuando compramos un aparato nuevo, sea este un carro, un televisor o una licuadora; sentimos la necesidad de conocer cual tipo de combustible usa, si se puede usar a la intemperie, si aguanta calor o bajas temperaturas, etc., en este caso la regla de oro la da el fabricante, pues es él quien sabe cómo conseguir el funcionamiento óptimo de su objeto fabricado, indicando en un manual como se debe y como no se debe operar, ¿existe mejor recomendación que la del fabricante?.
¿Qué diría usted si descubre que existe una regla de oro para la convivencia pacífica, fraternal y próspera en Venezuela?, una regla de oro que no incomode ni a los partidarios del socialismo ni a los que creen que el capitalismo es lo más adecuado, que no sea una utopía como se le acusa al comunismo, ni despiadado como se le señala al capitalismo liberal. Tal regla sí existe, muchos la conocen pero sucede que cuando se da a conocer en público, muchos se niegan siquiera a considerarla, alegando: “no existe maravilla que sea barata, mucho menos gratis”. En nuestra ceguera y torpeza solemos ignorar hasta lo más elemental, por ejemplo: hemos contaminado hasta el extremo de convertir el agua que bebemos y el aire que respiramos para nuestra sobrevivencia, casi en veneno mortal.
Existe el secreto para la buena convivencia, ha estado frente de cada uno de nosotros, pero cada uno de nosotros, en nuestra propia estupidez, no hemos querido verlo, es poderoso y sencillo, al punto de parecer propuesta infantil, dice más o menos así: “Traten a los demás como ustedes mismos quieren ser tratados”, ¿alguien puede estar en desacuerdo con esto?, ¿no viviríamos en un mundo ideal si cada quien actuara bajo esta premisa?.
“Nadie puede cambiar de color de su piel, ni puede un leopardo quitarse sus manchas; tampoco nosotros podremos hacer lo bueno si solo practicamos lo malo”, ¿verdadero o falso?. Quien cree en un Dios vivo no dejará de aceptar que: “Si Dios no edificare la casa, en vano trabajan los que la construyen. Si Dios no guardare la ciudad, en vano la custodia la guardia”.
Todo esto ha estado frente a nuestros ojos, pero muchos no lo han querido ver, la primera cita es del propio Jesucristo (Mateo 2, Lucas 6:31), la segunda del profeta Jeremías (13:23) y la última la encontramos en el Salmo 127:1.
“Maldito el varón que confía en el hombre, y pone su fuerza en su brazo, y su corazón se aparta de Dios. Bendito el varón que confía en Dios y cuya confianza es Dios. Porque será como árbol plantado junto a la corriente de agua, que junto a la corriente echará raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde, y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”. ( Jeremías 17: 5, 7-8)

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“Sin embargo, a ustedes les gusta hablar con orgullo, como si fueran dueños del futuro, y eso es malo. Si ustedes saben hacer lo bueno y no lo hacen, ya están pecando” (Santiago 4: 16-17).
Tenemos un compromiso con Venezuela, con nuestros hijos y con toda nuestra descendencia este domingo 26, con estas líneas no pretendo hacer campaña por candidato alguno, pero como cristiano debo seguir lo que mi espíritu me dicta, esto es un llamado a la reflexión a todo aquel que se dice cristiano, no importando su denominación, baste con que crea y siga la doctrina de Cristo, si usted es uno de ellos, entonces mi hermano; ¡con usted es el asunto!.
Es más que obvio que ninguna iglesia cristiana, en ninguna circunstancia debe decir “voten por Fulano o por tal partido”, eso sería “meterse en lo que es del César”, no obstante, cualquier iglesia que se precie de cristiana está en el deber de rechazar el pecado, venga de donde venga, sea el pecador gobierno u oposición, capitalista o comunista, verde, rojo, blanco o amarillo, no se trata de hacer acepción de personas, “No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. (Deuteronomio 16:20). La Palabra no condena personas sino actos, de igual manera como no se condena al homosexual sino a la acción que contamina.
En el bien entendido de lo anterior, me siento en la obligación de exhortar a quienes se dicen hermanos en Cristo para hacerles reflexionar antes de precipitar una decisión electoral, recordándoles que: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29), por ello cabe la pregunta ¿sobre quién cae más responsabilidad?, ¿sobre en el que manda o en el mandado?, queda claro que para Dios, incluso para los Derechos Humanos consagrados en la Carta de Roma, nadie puede alegar “cometí tropelías obedeciendo órdenes superiores”, entonces, si veo a uno que promueve, ejecuta o permite : la idolatría, la hechicería, las enemistades, pleitos, iras, contiendas, disensiones, envidias, herejías, ese no está con Dios, ese trabaja para que el demonio coseche, ese es justamente quien “caza pajaritos tentándolos con comidita fácil y atractiva, para que una vez que se acostumbren, proceder a cerrar la trampa para que no puedan salir”.
Hay un refrán que expresa más o menos que “el mal reina donde el bien está ausente”. No estoy afirmando que los candidatos de un lado sean demonios y los del otro sean angelitos, ¡de ninguna manera!, pero mi óptica, por desgracia, me señala que no escogeremos lo mejor sino lo menos malo, en esta disyuntiva solo queda observar quien es el tiene la mano presta en la trampa para encerrarnos en un régimen comunista y así saber a quien precisamente no debemos favorecer
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante de la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30: 19).

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A la culpabilidad y su hermana gemela el fracaso, nadie las quiere a su cargo, eso quedó muy bien graficado en aquel libro que se vendió hasta en las esquinas: “La culpa la tiene la vaca”; la trama relata cómo la culpa sobre la mala calidad de las carteras colombianas va saltando desde el vendedor al fabricante de carteras, al suministrador de cueros, a la curtiembre, al matadero, al ganadero, y el ganadero como eslabón final se saca el bulto culpando nada más y nada menos que a la pobre vaca, lo que demuestra que a la hora de establecer culpabilidades ( responsabilidades), nadie quiere asumirlas.
Es por demás lógico que nadie desee fracasar, todo el mundo quisiera vivir bien lejos de eso, pero los humanos somos recurrentes y el camino es para muchos un secreto indescifrable; declaramos creer en axiomas indiscutibles, pero al momento de aplicarlos cae una amnesia impuesta por el subconsciente que dispara automáticamente el “piloto automático”, el cual ejecuta lo “de costumbre”, y a lo de costumbre no siempre es lo bueno, por ello es que se repiten una y otra vez los mismos errores, con esto viene la frustración del fracaso, y con el fracaso la soberbia para buscar fuera de nuestra responsabilidad al culpable, olvidando con ello que “haciendo lo mismo, se obtienen siempre los mismos resultados”.
La gran mayoría parece creer que el éxito se limita a lo material, olvidando que algún día, más cercano de lo que imaginamos, vamos a morir y no podremos llevarnos las propiedades, los títulos ni las cuentas bancarias, paradójicamente, vivimos como animales , olvidando algo que casi todo el mundo admite como cierto : que el hombre es mucho más que cuerpo físico; tenemos “algo” que nos diferencia del resto de los animales, a ese “algo” llamados alma donde residenciamos la mente, las emociones y la voluntad, y espíritu donde albergamos ese soplo divino que el Creador nos dio. Somos criaturas complejas, tan complejas que todavía la ciencia no la conoce en su totalidad, ¿quién será entonces el que la conozca?, la respuesta es lógica y sencilla: quien la creó, ahora si usted sigue empecinado en verse como producto de la casualidad; siga equivocándose, siga buscando en la suerte la culpabilidad de todos sus errores, mientras los que creemos en Dios y su hijo Jesucristo acudimos a El en busca de las instrucciones que nos dejó en el “Manual de Fabricante”: la Biblia.
Dios nos muestra el camino correcto, otro es quien actúa de apuntador para nuestras desgracias, tiene muchos nombres pero el personaje es el mismo: el cine le ha llamado “el lado oscuro”, otros Satanás, demonio, diablo, Lucifer etc. , su oficio es el confundirnos, en hacernos tragar mentiras, en desorientarnos para que no reconozcamos nuestras culpas, para que extraviemos el camino que el Creador nos asignó.
“Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz”. (2Corintios 11: 13-14).

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EL REFUGIO

«Nos cuestionábamos siempre por qué nosotros no nos hubiéramos muerto, por qué quedamos vivos, nos resultaba cruel que quedáramos vivos ahí abajo y después tuviéramos que morirnos debilitados, totalmente desnutridos» ( Yonni Barrios).
Cada día al regresar a casa por los mediodías y las tardes tomé la costumbre de prender la televisión para saber cómo iba el rescate de los mineros chilenos, eso quedó atrás con un final feliz , y como gran ejemplo para todo el mundo, el liderazgo de un presidente equilibrado, sagaz y prudente, y por supuesto la de un equipo de rescate eficiente, disciplinado y coordinado cual reloj suizo. Barrios relató que llegaron al extremo, preparándose para morir, esa tarea fue cumplida mediante la lectura de la Biblia y la asistencia desde afuera de un Pastor Evangélico. Creo que Dios vio arrepentimiento y por ello decidió rescatarlos, algunos volverán a sus viejas costumbres, pero aún así sus vidas quedarán marcadas, de eso no podrán escapar. El propio presidente Piñera afirmó como Dios Padre mostró toda su grandeza, algo que no está en discusión pues las alusiones a Dios y a Jesús quedaron evidenciadas en los cascos y bragas de los rescatados.
No deseo volver a hablar de los hombres porque estoy casi seguro que algunos olvidarán sus tribulaciones y también las súplicas que algún momento dirigieron a Dios, por desgracia así somos los hombres, lo que para mí quedó grabado para siempre fue la misericordia de Dios, la evidencia de una situación en que la vida pendía de un fino hilo, hasta en los últimos instantes, según las declaraciones del rescatista Manuel González, primero en bajar y último en subir, con la más impresionante de las naturalidades contó que de vez en cuando “se desprendían planchones” del techo, solo imaginarse eso es también espeluznante.
Desde el nombre de la mina, hasta sus peligros representan para mi gráficamente lo que es nuestra vida en esta tierra, establece , lo que se llama en geometría, congruencias que se podrían resumir más o menos así: “la vida en el confinamiento de las profundidades es a nuestra vida en la superficie, como lo la vida en la superficie es a lo que será la vida eterna junto al Creador”.
Estamos confinados en este mundo expuesto a peligros que no solo pueden destruir nuestro cuerpo sino lo único sublime y trascendente que poseemos: nuestra alma, también tenemos un refugio donde descansar y recibir ayuda: Jesucristo, sondas: una que nos alimenta y nos conforta que es la Palabra y otra más amplia llamada Esperanza; el transporte que nos llevará ante la presencia de Dios Padre cuando El decida rescatarnos de estas profundidades.
Los mineros leían Salmos: “Mas Jehová me ha sido por refugio, y mi Dios por roca de mi confianza” ( 94:22). “Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas”( 95:4) .
“Dios mío, fortaleza mía, en El confiaré; mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; salvador mío, de violencia me libraste”. ( 2 Samuel 22:3)

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No he podido apartar de mi mente lo sucedido en el campamento La Esperanza, mina San José, Chile, por el paralelismo en como un verdadero creyente debe ver su permanencia en esta tierra: verdadero prisionero y desterrado, que recurre a la “sonda” de luz, fe y orientación que Dios Padre nos da a través de su Palabra. Hay sí algo diferente, enorme y trascendente: esos mineros tienen la ventaja de conocer este mundo real para ser confinados a uno irreal, sofocante, inhumano, desesperante y agresivo, ¿qué pasaría si nosotros primero hubiésemos vivido en el cielo real y nos hubiesen desterrado en la tierra? ; me atrevo a afirmar que todos seríamos santos.
Esos hombres tienen algo especial, cualquiera en esas condiciones se hubiera vuelto loco, la claustrofobia hubiese sobrevenido rápidamente y hasta alguno hubiese sentido la tentación del suicidio, ¡pero no!, más bien se han mantenido en una relativa normalidad, tan cerca de la normalidad, que al poco de establecer comunicaciones con la superficie, un puñado de ellos se acordaron de sus malas costumbres y empezaron a reclamar cigarrillos, les mandaron parches de nicotina para compensar la ansiedad ; un porcentaje de ellos aceptó la situación, a otros hubo que mandarles cigarrillos, volvieron a su pecado, ¿o no es pecado hacerse daño voluntariamente metiéndose alquitrán en los pulmones?, pese a esas flaquezas, por sobre las excepciones hay algo que los ha mantenido coherentes, la respuesta creo que está en tres de ellos, uno que canta bien y los entretiene, otro veterano de 64 años definido como “lobo de mar” que aplica su experiencia de haber viajado como polizonte en largos viajes por mar escondido en la parte más agresiva de un buque: la sala de máquinas, los enseñó a sobrevivir en condiciones extremas, el tercero es quien más me ha llamado la atención, es el líder nato, lo que dijo me da la clave de tamaño milagro, en un video visto por CNN, Mario Sepúlveda, 39 años, 2 hijos, declaró : “Es hora que el mundo deje de ser rencoroso porque lo que ha pasado aquí es prueba suficiente que nos demuestra que Dios existe”.
Sabias palabras que provienen de un minero rústico y rudo con escasos estudios académicos, pero con mucha sabiduría, sabiduría que solo da Dios a quien le tiene fe y se refugia en El en medio de tempestades horribles, amenazantes y terroríficas, creo, sin temor a equivocarme que la clave para que esos hombres se mantengan lúcidos y esperanzados es la fe profunda en Dios Padre.
“Lo que ha pasado aquí es prueba suficiente que Dios existe”, solo la protección divina les permitió sobrevivir 17 días en la oscuridad de una incomunicación absoluta.
“Es hora que el mundo deje de ser rencoroso” , quienes han visto la muerte de cerca y han visto la mano de Dios actuar deben ver como verdaderos idiotas a quienes buscan eliminar a sus semejantes solo por pensar distinto.
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23: 4)

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COPIAPO EN VENEZUELA

Copiapó, al norte de Santiago de Chile, mina San José; allí se origina la noticia que ha golpeado fuertemente a la opinión pública mundial, no solo por tratarse de una tragedia minera, sino porque tras más de tres semanas de incertidumbre, se consiguió a los treinta y tres hombres vivos, cuando la esperanza parecía perdida y algunos pensaban que había que bajar los brazos y resignarse.
Se dice que la peor tortura es aquella implementada con mucha lentitud , sin violencia, persistente para quebrantar al más paciente, sin “chino” ni gotera interminable, ni palillos en los párpados ni focos de luz que impidan dormir; en la mina San José no hay nada de eso, pero hay un sótano -269, sin rampas ni ascensores, ni ventanas ni aire fresco, sin mañana ni pasado mañana, ni siquiera semana entrante, ni mes próximo, de allí el nombre para establecer el campamento “esperanza”.
Los invito a cerrar los ojos e imaginar por unos instantes como nos sentiríamos confinados a 700 metros bajo tierra, tras un derrumbe que cegó las vías normales de acceso, comunicándonos con la superficie por medio de una camarita que más parece laparoscopica, pensando en que no se sabe cuales dificultades conseguirá la sonda, rogando por que no haya otro derrumbe, luchando por no dejarse arrastrar por la desesperación, intentando imaginar que los días, las semanas y los meses transcurrirán muy rápido, para que al fin, en un momento soñado y estelar, volver al mundo real, llenar los pulmones de aire puro, abrazar esposa, hijos y madre, observar una vez más alba y atardecer, la brisa y las flores del desierto.
Pese a un presente adverso, la esperanza de un futuro mejor hace posible que no haya quebrantamiento ni falta de lucidez….¡caramba!: cómo todo esto se me asemeja a un paralelo espectacular con lo que debe ser la vida de un cristiano en esta tierra: acechado por peligros de enfermedades, vicios, riesgos, injusticias, humillaciones, situaciones que a muchos llevan a la desesperanza, pero nunca a aquellos que saben que hay una vida mejor “allá arriba, en el verdadero mundo real”, donde no habrá dolor, ni necesidades, ni quebrantos, ni preocupaciones, que para llegar allí solo es preciso obedecer a quién nos envía la “sonda”, pues a través de esa sonda conseguiremos el alimento y la bebida que nos dará las fuerzas para resistir la oscuridad, la incertidumbre, la ansiedad, pero, para que todo resulte bien es preciso escuchar y obedecer las instrucciones que trae la sonda, con mucha fe en el que está trabajando en nuestro rescate.
Los cristianos tenemos nuestra “sonda”: la Biblia, un “sondeador”: Dios, que nos permite permanecer en la esperanza, Hebreos 8: 4-5 nos recuerda que nuestro mundo es como la mina, “solo figura y sombra de las cosas celestiales” y en 4: 1-3 nos advierte que “sería una lástima que alguno de nosotros no pudiera recibir de Dios el descanso por desobediencia, los que creemos, perseverando en la fe, disfrutaremos de la paz y la tranquilidad que Dios nos ha prometido”

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