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Archive for enero 2013

No es novedad que se use el nombre de Dios para justificar la parranda y la inmoralidad, en la mal llamada Semana Santa se conmemora la pasión y muerte de Jesucristo; la verdad es que nunca he visto que una familia normal conmemore la muerte de alguno de sus miembros con parrillas, paseos a la playa y mucha pero mucha “caña”, en nuestra región sucede lo mismo con la celebración de la Virgen Del Valle, supuesta festividad religiosa que nos confirma la presencia colectiva del fariseísmo: discurso distinto del ejemplo de vida.
El premio mayor se lo lleva el fin de año: para Navidad conmemoramos el nacimiento de Jesús, primer cumpleaños en que el cumpleañero ni siquiera es invitado, solo figura como a quien debe pedirse regalos y es reemplazado en atención por un gordo barrigón que supuestamente vive en el Polo Norte, viaja vestido de rojo en un trineo que “vuela impulsado por todo un equipo de renos” y entrega regalos entrando en nuestras casas por la “chimenea ”.
Son muy pocos los que en arranque de honestidad confiesan que no creer en Dios, pero aún así a la hora de una emergencia no dejan de exclamar un “¡¡Dios mío!!”, todo nos conduce a concluir que vivimos en un mundo falso y pragmático, movido solo por el interés personal que ordena “haz lo que te convenga, haz lo que te procure placer y agrado, ¿para qué molestarse por el vecino?, ¿por qué dejar de hacer negocios sucios si nadie lo va a saber?”.
Usamos la creencia en el Dios Creador como una joya para llevar en el pecho, o como un título universitario de una profesión que nunca hemos ejercido pero que colgamos de la pared para que nos llamen doctor o licenciado.
Para colmo de los colmos hay quienes se dicen cristianos y guían su vida por el horóscopo y el tarot y en esta época del año corren a buscar “lo que les depara el destino” en el nuevo año que se avecina, preparándose para comer 12 uvas con las doce campanadas de la medianoche o a salir en ridícula carrera a dar vueltas por la calle cargando unas maletas que aseguren un año de viajes placenteros, sin olvidar las cucharadas de lentejas o el uso de ropa interior de color amarillo para traer suerte.
Decimos creer en un Padre del cielo, pero ignoramos a El y a su Hijo, y no solo eso: recurrimos a supercherías y hasta prácticas de hechiceros y adivinos; por desgracia son muchos los que se hacen llamar cristianos y ni siquiera conocen los estatutos llamados a respetar por todo cristiano, llámese evangélico, católico, ortodoxo, anglicano o luterano, esos estatutos están contenidos en los 66 libros que conforman la Biblia, no conocerlos equivale a hacerse llamar médico y nunca haber estudiado anatomía.
Los hombres somos una paradoja; en vez de recurrir al Dios perfecto creador de lo visible y lo invisible, recurrimos a hombres imperfectos, mentirosos, egoístas y hasta ladrones: “ No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios” (Levítico 19:31).
“Yo Jehová , que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría” ( Isaías 44: 24-25).
“ Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo al vituperio” (Hebreos 6: 4-6).
Jesucristo murió en la cruz pagando por nuestros pecados, toda vez que desobedecemos al Padre lo crucificamos otra vez.

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A veces te presentas como católico otras sencillamente hablas de Jesucristo como cristiano, la verdad es que no termino de entenderte; el otro día afirmaste que te inspirabas en un Jesucristo de amor, de igualdad, socialista, las dos primeras afirmaciones las comparto, la última no pues El no vino a la tierra para proclamar doctrinas humanas, vino a traernos la buena nueva de la salvación, “vino a servir y no a ser servido” (Marcos 10:45).
No se trata de autodenominarse seguidor de Cristo para ser un cristiano genuino, ¿de cuál amor me hablas?, al respecto la Biblia dice: “ Si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes , y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” 1Corintios 13: 2-7), el amor en que tú dices inspirarte, ¿cumple con las condiciones anteriores? , me perdonas pero lo que se ve es todo lo contrario; tu discurso y acciones, y las de tus seguidores, rebosan rencor, injusticia, revancha de clases, inspiración en ideologías materialistas de hombres por sobre la palabra del Señor, promoción a tu ego olvidando y dejando en necesidad a tantos compatriotas. Pablo en 1ª. de Corintios y Juan lo dejan muy en claro: si no hay amor de nada sirven los demás frutos.
“Por sus frutos los conoceréis” ( Mateo 7:16); los que da el Espíritu Santo a quien lo albergue en su corazón: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” ( Gálatas 5:22), me perdonas pero lo que se ve es : “idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, distenciones, envidias, homicidios”, entre otros, ( Gálatas 5: 20-21).
Santiago es preciso: “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?. Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos?. Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. ¿Quién es sabio entre vosotros?, muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3:10-18). ¡Demasiado elocuente!.
El verdadero cristiano entiende y aplica lo dicho por Jesucristo en Juan 14:6: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre, sino por mi”, ¿no era al Cristo de La Grita a quien recurrías?, ¿porqué pedir a un siervo si el verdadero jefe nos advirtió sobre el verdadero camino?
Si me vas a hablar de Jesucristo; por favor; ¡hablemos del auténtico!, no existen Jesucristos “ a la pinta de cada quien”, quien manipule la Biblia se erige como Fariseo, ellos están en todas partes, incluso entre tus adversarios, pero al menos ellos no se proclaman cristianos.

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INGRATITUD

Se califica de ingrato a quien no devuelve favor por favor, se dice de esos hijos que nunca se cansan de exigir pero no retribuyen los esfuerzos de los progenitores, hasta hay naciones que no agradecen la dotación con la que Dios las distinguió.
Algunos creen ver agradecimiento en los animales; basados en la experiencia de dar de comer a un perro en la calle, que de seguro lo siguen y cada vez que se encuentren batirá la cola como señal de alegría, la verdad es que no existe evidencia que los animales experimenten sentimientos tan refinados como el agradecimiento, lo que sí es fácil de concluir que solo se trata de instinto: el animal identifica a quien lo alimenta con el propio alimento suministrado, ese procedimiento es recurrente en todos los espectáculos con animales, sean leones, perros, delfines o focas. Si imaginamos esa relación entre hombres, o sea: humanos tanto el que da como el que recibe, tendremos un escenario muy distinto; el que da tiene dos alternativas de inspiración: la primera es ejercicio de generosidad y la segunda actuar imitando al domador, o sea esperando algo a cambio, lo cual convierte el acto en simple interés, por otro lado quien recibe también puede asumir dos actitudes: la del animal ante el domador, o experimentar un sentimiento genuino y limpio de agradecimiento. Si analizamos el asunto desde el punto de vista ético, deberíamos descartar el papel del domador pues hablamos de hombres con sentimientos y dignidad, si quien recibe asume el puesto de “menear la cola” ante quien lo alimenta, está asumiendo el rol neto de animal.
El hombre que busca retribución a su dádiva se convierte en domador, está violando las leyes divinas: el propio Jesús dice en Mateo 6:2-3 dice: “ Cuando des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en la sinagoga y en las calles, para ser alabado por los hombres; de cierto os digo que ya tiene su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”.
El gran pecado de los tiempos actuales es justamente que los hombres actuamos como animales: tirando mendrugos o mendigándolos, cambiando limosnas por obediencia, pidiendo sumisión a cambio de regalos.
Dios es amor, amor descrito en 1Corintios 13:4-7 como : sufrido, benigno, sin envidia, no es jactancioso ni se envanece, no hace nada indebido, desinteresado, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad, todo lo sufre , todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, por ello Pablo en Gálatas 5:13 , Pablo nos advierte “Porque vosotros, hermanos a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En cada acto el hombre tiene la oportunidad de escoger si actuar como animal o como criatura inteligente, con voluntad, sentimientos y por sobre todo con la dignidad de ser la creación especial de Dios Padre, asumiendo lo que somos: simples administradores, quien asuma otro papel sencillamente está equivocado, al único ser a quien es preciso agradecer obedeciendo y sirviendo, por ser el verdadero autor, dueño y proveedor es a Dios ( Deuteronomio 8:11-14, 17-18).

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Nuestros pecados “respetables”, esos que creemos “veniales”, los tendemos a cometer con mayor facilidad en el contexto familiar; podemos ponernos “caretas cristianas” en la calle, pero nuestro verdadero carácter sale a luz en el seno familiar, en especial la impaciencia e irritabilidad, ambos comportamientos están íntimamente relacionadas, podemos definir la impaciencia como la fuerte molestia por las faltas o fallas que cometen los demás sin intencionalidad, cuya respuesta generalmente es con palabras para humillar a quien nos la provoca.
La verdadera raíz de la impaciencia radica en nuestro deseo en insistir en que los demás se comporten de acuerdo a nuestras expectativas. Los padres se impacientan con sus hijos adolescentes cuando no acatan disciplina: “¿Cuántas veces tendré que decirte que no dejes los zapatos en la sala?, ¿Cuándo vas a aprender a masticar con la boca cerrada?”, preguntas que muy a menudo son acompañadas con expresiones humillantes como “ ¿Acaso eres sordo? , ¿o tonto que no entiendes?”, así nuestro esfuerzo por educar solo sirve para humillar al hijo.
Las más populares de las impaciencias son sin lugar a dudas las que se ven tras el volante por parte de los conductores, por la lentitud del servicio en una tienda, el banco o el restaurante, o ante quien sufre de incontinencia verbal, estas impaciencias nos desgatan y hasta enferman; debemos eliminarlas partiendo por reconocer su malignidad, asumir arrepentimiento y buscar refugio en ese amor que Dios nos manda a los unos para con los otros.
Para los que hacen “gárgaras” con la palabra amor y manipulan las Escrituras en forma cotidiana, es preciso recordarles que 1Corintios 13, el gran capítulo del amor dice: “el amor es sufrido”, Gálatas 5:22-23 señala a la paciencia como uno de los nueve frutos del Espíritu, igual receta da Efesios 4:1-2, Colosenses 3:12, allí Pablo nos recomienda como debemos cultivar la paciencia, por lo cual podemos inferir que la impaciencia y el insulto es un pecado aborrecible ante Dios y que el amor constituye la inmunidad contra él.
Una buena definición de la palabra amor sería: “ Sentimiento humano, espontáneo, generoso e intenso, que; partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser, procura reciprocidad en el deseo de unión, completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”, es bueno resaltar en esta definición: “propia insuficiencia”; el hombre solo es incompleto, por lo que “necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”, “procura reciprocidad” o sea bidireccionalidad, espontaneo pues nadie ama obligado, y la generosidad característica que busca dar por sobre el recibir.
La irritabilidad marca la frecuencia con que la impaciencia se presenta, o la facilidad con que una persona puede impacientarse a la menor provocación. No es agradable estar con esta clase de gente, lamentablemente los miembros de su familia, compañeros y entorno, no tienen otra opción.
“ La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa” (Proverbios 19:11). “Porque el amor cubrirá una multitud de pecados” (1Pedro 4:8).
La receta es válida tanto para quien se impacienta como para quien la provoca.

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Nuestros pecados “respetables”, esos que creemos “veniales”, los tendemos a cometer con mayor facilidad en el contexto familiar; podemos ponernos “caretas cristianas” en la calle, pero nuestro verdadero carácter sale a luz en el seno familiar, en especial la impaciencia e irritabilidad, ambos comportamientos están íntimamente relacionadas, podemos definir la impaciencia como la fuerte molestia por las faltas o fallas que cometen los demás sin intencionalidad, cuya respuesta generalmente es con palabras para humillar a quien nos la provoca.
La verdadera raíz de la impaciencia radica en nuestro deseo en insistir en que los demás se comporten de acuerdo a nuestras expectativas. Los padres se impacientan con sus hijos adolescentes cuando no acatan disciplina: “¿Cuántas veces tendré que decirte que no dejes los zapatos en la sala?, ¿Cuándo vas a aprender a masticar con la boca cerrada?”, preguntas que muy a menudo son acompañadas con expresiones humillantes como “ ¿Acaso eres sordo? , ¿o tonto que no entiendes?”, así nuestro esfuerzo por educar solo sirve para humillar al hijo.
Las más populares de las impaciencias son sin lugar a dudas las que se ven tras el volante por parte de los conductores, por la lentitud del servicio en una tienda, el banco o el restaurante, o ante quien sufre de incontinencia verbal, estas impaciencias nos desgatan y hasta enferman; debemos eliminarlas partiendo por reconocer su malignidad, asumir arrepentimiento y buscar refugio en ese amor que Dios nos manda a los unos para con los otros.
Para los que hacen “gárgaras” con la palabra amor y manipulan las Escrituras en forma cotidiana, es preciso recordarles que 1Corintios 13, el gran capítulo del amor dice: “el amor es sufrido”, Gálatas 5:22-23 señala a la paciencia como uno de los nueve frutos del Espíritu, igual receta da Efesios 4:1-2, Colosenses 3:12, allí Pablo nos recomienda como debemos cultivar la paciencia, por lo cual podemos inferir que la impaciencia y el insulto es un pecado aborrecible ante Dios y que el amor constituye la inmunidad contra él.
Una buena definición de la palabra amor sería: “ Sentimiento humano, espontáneo, generoso e intenso, que; partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser, procura reciprocidad en el deseo de unión, completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”, es bueno resaltar en esta definición: “propia insuficiencia”; el hombre solo es incompleto, por lo que “necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”, “procura reciprocidad” o sea bidireccionalidad, espontaneo pues nadie ama obligado, y la generosidad característica que busca dar por sobre el recibir.
La irritabilidad marca la frecuencia con que la impaciencia se presenta, o la facilidad con que una persona puede impacientarse a la menor provocación. No es agradable estar con esta clase de gente, lamentablemente los miembros de su familia, compañeros y entorno, no tienen otra opción.
“ La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa” (Proverbios 19:11). “Porque el amor cubrirá una multitud de pecados” (1Pedro 4:8).
La receta es válida tanto para quien se impacienta como para quien la provoca.

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HUECOS EN LA VIA

Tema de absoluta moda que nos preocupa pues destruye nuestros automóviles, alarga y demora nuestros viajes, y hasta puede ser causa de un accidente fatal, ¿por qué se producen los huecos en forma tan repetitiva?; usualmente por mala construcción, otras por mal diseño. .
Tratándose de pavimentos, debemos decir que asfalto y agua no se llevan bien, el pavimento como toda construcción, para ser bien construido deben respetarse los requisitos: la base o fundación bien compactada debe sellarse con un producto especial para recibir una mezcla asfáltica bien diseñada, instalada por capas bien apisonadas, sin olvidar que esta maniobra no puede efectuarse en presencia de lluvia.
En la vida siempre encontramos analogías, en este caso podríamos pasar desde lo que llamamos “Huecos en la vía” a otro tema que podríamos llamarlo “Huecos en la vida”; ambas experiencias tienen mucho en común, Jesucristo nos enseñó: “Cualquiera , pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé con un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace , le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos , y dieron con ímpetu contra aquella casa; y se cayó, y fue grande su ruina”. (Mateo 7:24-27).
Hay congruencia: cualquier actividad que se emprenda en la vida requiere ser ejecutada sobre fundamento sólido, sobre valores sólidos, sin vacíos, esos vacíos son los que permiten dudas, distracciones, errores, concesiones, negligencia o poco foco, si diseñamos y construimos nuestras vidas en forma correcta, conformaremos una obra tan robusta y sólida como el edificio construido sobre la roca, los “huecos en nuestras vidas” provienen justamente de prácticas como la envidia, lujuria, falta de perdón, o sea todo aquello que proviene del abandonarse a los placeres de la carne, relegando al olvido o a un segundo plano nuestro componente más trascendente : nuestro espíritu, al ignorarlo mostramos absoluto desprecio y desconocimiento por los principios de diseño que marcó nuestro Creador.
Los huecos en nuestra vida significan que no la hemos fundado sobre bases sólidas sino sobre la frivolidad del mundo, ese mundo que nos distrae y que nos hace volver las espalda a Dios, orientándonos a aceptar la perversión sexual y la justicia y dirección de hombres, tal como los “ huecos en la vía” pueden hacernos perder la vida física, los “ huecos en nuestras vidas” también nos hacen perder la vida, solo que esta pérdida es mucho más trascendente y definitiva pues se trata de la perdida de la vida eterna.
Vida eterna y pecado no se llevan bien, nuestra vida debe ser diseñada bajo especificaciones del Creador, nuestros bases de valores deben ser firmes y compactos, y antes de rodar por el mundo debemos buscar el sello del l Espíritu Santo, solo así el camino de la vida nos conducirá con éxito en viaje feliz

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Así naciésemos perfectos, para mantener esa perfección necesitaríamos mantenimiento, lo que en la realidad pasa es que en forma inexorable nos ponemos barrigones y llenos de achaques, algunos alegan que esto es natural consecuencia del envejecimiento, mas esta afirmación no resiste análisis ante tantos ejemplos de longevos que se “mantienen” en forma mediante hábitos sanos y disciplinados de actividad física, dieta balanceada y en ausencia de abusos en licor y vida desordenada. Eso sucede con nuestros cuerpos, pero el hombre es mucho más que cuerpo físico, también es alma y espíritu, la buena salud de ambos determinan nuestra “actitud” ante la vida, a esa actitud la Biblia llama ”corazón” y es por este “corazón” es que Dios nos juzga; pese a esa trascendencia son muy pocos los hombres que se preocupan de mantener ese “corazón” en forma adecuada; tal como sucede con los que hacen ejercicio a diario, así también es preciso ejercitar lo espiritual conociendo, estudiando y siguiendo el “manual de vida” : la Biblia, comunicarse con nuestro Padre mediante la oración, practicando a diario un examen introspectivo sobre cuáles son los aspectos de la vida en que el “mantenimiento correctivo” es necesario, y como “mantenimiento preventivo” : huyendo de las tentaciones que el demonio presenta envueltas en atractivo envase para alejarnos del buen camino.
Está más que claro que si a nuestro automóvil lo dejamos sin mantenimiento; se volverá “cacharro” , está visto que si el jardín no se mantiene en forma periódica; la mala hierba se lo traga, también está visto que si usted es testigo de alguien cerca que malbarata su vida, por amor se le acerca y lo exhorta a cambiar de actitud, eso mismo debe suceder con nuestra gran casa Venezuela, tras ver los prados públicos, sus carreteras, sus hospitales y por sobre todo las relaciones interpersonales que han vuelto al país tierra de enemigos en lugar de hermanos, procede una exhortación colectiva.
El petróleo hoy más que nunca constituye el “sueldo” de Venezuela, esta actividad ha sufrido en los últimos días uno de los peores accidentes de su vida, cuando esto sucede es preciso no ceder a la tentación de llorar sobre la leche derramada, es preciso buscar las causas a corregir, las razones técnicas pueden ser las más fáciles de detectar, pero hay algo más peligroso y profundo en los orígenes de la tragedia, eso es la actitud, en especial si esa actitud es la de menospreciar el mantenimiento, no puede haber “contingencia casual”, para proveer seguridad hoy existen infinidad de controles automáticos, al extremo que hasta los carros indican en forma clara cuando falta aire en los cauchos, de tal manera que resulta demasiado difícil imaginar que un enorme tanque de gas altamente inflamable no anuncie la caída violenta de presión interna o que no existan detectores de gas ambientales.
“Airaos pero no pequéis”, dice la Biblia; tenemos derecho a exigir se establezcan responsabilidades de esta amarga tragedia que enluta a todo el país, respuestas como “apátridas, sáquense el odio, insensibles” y tantos otros epítetos a los que nos tiene acostumbrados, solo muestra lo que la Biblia dice. “ De la abundancia del corazón habla la boca”. @schaton

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“Como ciudad derribada y sin muro, es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda (Proverbios25:28). Como es sabido en los tiempos bíblicos, cualquier ciudad que no contare con una muralla que le sirviera de protección contra el ataque de enemigos estaba expuesta al saqueo y a su completa destrucción, o si vamos al presente la similitud cercana sería la de una casa sin rejas, ni cerraduras ni candados o el automóvil que pierde dirección y freno, que solo se detiene cuando se estrella.
De la misma manera como una de esas ciudades del pasado quedaban a merced del ataque de los enemigos para ser sometidas o destruidas, asimismo es la persona que no tiene dominio propio. El descontrol puede manifestarse en muchas formas, son tan comunes que a veces las pasamos por alto, las podemos ver en la vida diaria, todas tienen consecuencias negativas, fácil resulta observar a personas que no se controlan cuando se trata de comida, bebida, sexo, carácter, juego, hasta la muy popular incontinencia verbal, entre otras.
El dominio propio consiste en el control prudente o gobierno de nuestros deseos, apetitos, impulsos , emociones y pasiones, es saber decir que no cuando es preciso hacerlo, Dios regaló al hombre inteligencia y voluntad para distinguir como la falta de control puede ser dañino por sus consecuencias, está a la vista que el sobrepeso trae problemas serios para la salud, como el beber sin medida, como el fumar, como el cometer excesos con la lengua ( por algo existe un refrán que dice “por la lengua muere el pez”), la pornografía, las obsesiones por el trabajo y también podríamos incluir a aquellos que asumen una actitud “monovalente” consagrando sus vidas a una dedicación exclusiva, dejando abandonadas las otras tantas obligaciones cotidianas.
La tendencia a cumplir nuestros deseos sin control, hace que estos lleguen a controlarnos, en vez de ser nosotros quienes los controlemos. En contraposición tenemos la templanza, la cual es definida por el diccionario como “Moderación, sobriedad y continencia. Una de las cuatro virtudes cardinales , que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón”, esta definición deja más que claro el concepto sobre el cual estamos hablando, llama la atención la inclusión de la palabra “razón”, de esta palabra deriva el calificativo de “razonable”, ¿qué es razonable?, ¿ es razonable para un borracho emborracharse o para un iracundo buscar bronca?; eso realmente no sería razonable en la medida que no cumple con ser “conforme a la razón, ni justo, ni bastante en calidad y cantidad”, la razón nos llama a ser sobrios y equilibrados, eso significa que siendo inteligentes debemos también buscar equilibrio entre cuerpo y espíritu, entre ese espíritu de trascendencia eterna y nuestra carne perecedera y corruptible, de hecho los demonios, de los cuales algunos niegan su existencia, nos tientan para satisfacer siempre los deseos del cuerpo, para alejarnos así de la ruta hacia la eternidad junto a Dios, “ Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1Pedro 5:8).
Quien no practique el dominio propio, corre el inminente riesgo de tirar su vida al barranco.

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Está visto que en el reino animal es el hombre quien nace más desvalido de todos en lo que se refiere a dependencia y aprendizaje, no hace mucho recibí un artículo que preguntaba en su título “¿Quién enseñó a hablar al hombre”; por lo visto y leído no hay respuesta a esa incógnita pues se afirma que cualquier animal aprende aunque sea en soledad y aislamiento a ladrar, graznar, relinchar o mugir, cualquiera que sea el caso, en cambio el hombre aislado no aprende a hablar; el detalle me parece muy relevante y la pregunta crucial: ¿quién enseñó al hombre a hablar, pensar, amar, interrelacionarse etc.?, está muy claro que esa dependencia habla mucho de nosotros mismos, y esa dependencia constituye un punto muy interesante en la visión global del hombre pues está visto que en solitario “no va pa’l baile”.
La creación completa habla de equilibrio, nada ni nadie proviene de la casualidad, me perdonan los que así lo creen pero estoy profundamente convencido que en la majestuosidad del universo está patente la mano de un Dios Creador que hizo todo con tal precisión que toda obra de hombre, así sea de la NASA, parecen alpargatas viejas en su comparación, el hombre madura cuando encuentra equilibrio y ponderación, cuando llega a aprender a no depender de hombres, es aquí es donde muchos padres se equivocan viendo al vástago de 25 años como si fuera un muchacho dependiente de 13, haciéndole un enorme daño; “no dejando que el pajarito estrene sus alas”, lo mismo pasa con los individuos que buscan el alero de un patrón para que los ampare y se acostumbran a una vida sin iniciativas y sin más costumbre de marcar las entradas y salidas a sus respectivas horas, pasa con los pueblos que confían en líderes de carne y hueso recurriendo a los mal llamados “gobiernos paternalistas”, esperando que papá gobierno les regale alimentación, vivienda, salud y educación, no ejerciendo iniciativa alguna para depender de la autoridad suprema de Dios.
Otra cosa sucede con El ; El que es el Padre de todo pudiera forzarnos a tomar conciencia de nuestra necesidad de El, pero no nos obliga, El como Padre amoroso espera pacientemente por el discernimiento y la madurez. para que lo conozcamos y voluntariamente nos vayamos entregando a su guía y protección, de esta manera lo que para algunos es debilidad para nosotros representa fuerza y victoria; entregando nuestras vidas, cargas y preocupaciones al más grande de los Padres: Dios, y al mayor de nuestros hermanos, nuestro abogado defensor y sumo sacerdote Jesús.
Nadie dijo que es fácil entregarnos a quien nos diseñó, pero es la decisión más sabia que puede tomar un hombre, vencer el yo carnal no es fácil, para ello hace falta, primero tomar conciencia de nuestra condición de esclavos de la carne, conocer a Dios mediante su Palabra, confiar en El, comprometernos con El a tiempo completo y reconocer que solo esta constituye la verdadera libertad.
“Por eso, mientras siga en pié la promesa de descansar con Dios, debemos tener cuidado. Sería una lastima que alguno de ustedes no pudiera recibir de Dios de Dios ese descanso. Porque oímos la buena noticia, igual que los israelitas que salieron de Egipto. Solo que a ellos no les sirvió de nada oírla, porque no creyeron en el mensaje” (Hebreos 4: 1-2) .

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ERRADICANDO LA IRA

Se debería exigir a quienes las ofician como autoridades pertinentes, que declaren la ira como pandemia, ¿exageración?… ¡no creo! , es cosa de observar lo que pasa a nuestro alrededor para constatar como bastó que los encargados de mostrar freno a quienes delinquen, exhibieran un garrote de terciopelo como argumento de disuasión, así una verdadera ira asesina se esparció como gasolina encendida, y eso no solo vale para los delincuentes comunes , los hay también quienes se “prenden” tras un micrófono o volante llegando al extremo del “plomo del bueno”.
Entiendo el airarse como concepto relacionado pero no igual a la ira, todos nos airamos, pero no todos caemos en el pozo negro de la ira, la palabra airar la define el diccionario como “ mover a ira”, de tal manera que marcaría el inicio de un tránsito gradual hacia la ira; si somos seres inteligentes con voluntad y razonamiento, es evidente que debemos ejercer control sobre nuestros sentimientos y emociones y detenernos, controlarnos, dar rienda suelta a nuestros instintos significa renunciar a nuestra condición de hombres.
“El que tarda en airarse es grande en entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad” (Proverbios 14:29). A buen entendedor pocas palabras: quien controla la ira actúa como sabio, el “mecha corta” es necio.
La ira es un problema universal , está presente en todas las culturas y generaciones, nadie es indemne a su veneno ni puede aislarse de su existencia , invade nuestras relaciones personales y las destruye, por ello la ira se constituye en peligro grave para la buena convivencia, por desgracia se manifiesta con la excesiva agresividad que conseguimos en las calles y por desgracia también en el seno de las familias.
¿Qué es la ira?; el diccionario es prolifero al respecto: “Pasión del alma que causa indignación y enojo. Apetito o deseo de venganza. Repetición de actos de saña, encono o venganza” a quien es propenso o poseído por ella se le llama iracundo, el iracundo no es persona grata en una comunidad, ni siquiera en su círculo íntimo.
Hay quienes creen en la existencia de una ira justa como respuesta hacia un acto de atropello o injusticia, si así fuere la ira se regaría por todas partes, se multiplicaría y actuaría como elemento de disolución de nuestras sociedades, a decir verdad el concepto de atropello o injusticia no siempre se deriva de un juicio objetivo, todo depende del punto de vista; la mayoría de las veces esconde un deseo de controlar al entorno tratando de imponer deseos, puntos de vista o intereses muy personales , por ello que muchas de nuestras “iras” muchas veces no sean realmente justas.
El primer síntoma de la ira es la pérdida de la calma, después del autocontrol, llegando a este punto el hombre da rienda suelta a sus instintos más primitivos como lo es la violencia, sea esta física o verbal, ambas generan una cadena de consecuencias que en vez de solucionar, profundizan los conflictos.
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:26-27), sabio consejo que nos urge a resistir la tentación de molestarse, sentir enojo es normal, dejarse arrastrar por él siempre conduce a males aún peores.

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