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Archive for enero 2011

¿De cuál victoria se habla? , ¿cuál siempre?, palabras delicadas y peligrosas, no existe mejor victorioso que el que triunfa con humildad, no existe victoria humana que sea para siempre, me disculpan pero el uso constante de ambas palabras me huele a soberbia.
Durante el ascenso de un imperio poderoso las multitudes gritaban en el éxtasis del delirio: “¡Sieg heil! , que en castellano viene a ser más o menos “¡Salud victoria! , en esos momentos Adolf Hitler estaba seguro de poder conquistar al mundo, se sentía invencible, todopoderoso y eterno, paradójicamente a como le tocó morir unos años más tarde, el “omnipotente” se suicidó acorralado y humillado mediante un tiro en la cabeza, en su bunker de Berlín, en los mismos momentos cuando unos pocos fanáticos rendían sus vidas presentando inútil resistencia al acoso de las tropas rusas.
Más tarde la Unión Soviética mostró pensar lo mismo y… ¡miren como se derrumbó!; ¡así de sencillo!, como un castillo de naipes que se cae ante quienes solo le resollaban cerca. Igual pasó con el Imperio de Alejandro Magno y con el Imperio Romano, ambos caracterizados por su extensión territorial y su eficiencia militar, sus castas y su decadencia moral, pese a que el Imperio Romano duró más de tres siglos constituyéndose como el más largo en la historia, igual bajaron la cabeza y terminaron claudicando, no contra un ejército, sino ante el cristianismo.
¡Victoria!….¿cuál victoria?, ¿aplastando a naciones enteras para someterlas?, ¿obligándolas a cambiar creencias y costumbres?, ¿cuánto dura eso?, ¿qué tan efectiva es la fuerza para matar el pensamiento y las ideas? , está visto que eso es inútil, es cosa de fijarse en los israelitas; no ha existido otro pueblo que haya sido tan perseguido y sin embargo allí están de pie, fuertes y organizados.
La peor batalla que pelea el hombre es contra sí mismo, empezando con su boca; el Apóstol Santiago escribió: “Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres que están hechos a imagen y semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así ”( Santiago 3:8-10)
Está visto que el peor enemigo del hombre es el propio hombre frente a sus propias debilidades que se erigen como tentaciones peligrosas, por ello la gran tarea es ganar la guerra contra sí mismo. No existe victoria más grande que registre la historia del mundo que la de Jesucristo contra la muerte, única victoria verdadera capaz de dar vida para siempre, ¿puede haber otra más grande?.
“Todo ser humano es como la hierba; y su grandeza es como las flores: la hierba se seca, y las flores se caen, pero la Palabra del Señor permanece para siempre”( 1Pedro 1:24).
“Porque los malos deseos están en contra de lo que quiere el Espíritu de Dios, y el Espíritu está en contra de los malos deseos. Por lo tanto ustedes no pueden hacer lo que se les antoje” (Gálatas 5:17).

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De la noche a la mañana apareció en medio de un gran bochinche, en redes sociales, en prensa y televisión mundial, un sitio web llamado “wikileak” contando secretos guardados por el Departamento de Estado de USA, toda una recopilación de chismes y comentarios de uso casero, producto de conversaciones ultra privadas, que de la noche a la mañana pasaron a ser públicas….¡vaya raya para los guardianes de la confidencialidad!.
Como la chismografía involucraba al propio gobierno norteamericano, hubo en principio algunos que corrieron a aplaudir el blog por desnudar el trasfondo de comentarios impublicables de autoridades norteamericanas, mas como luego también salpicaron para todos lados, el asunto ya no se calificó de gracioso sino de mentiroso.
Wikileak trató de gobiernos, pero …¿qué pasaría si pasara a nivel de personas?, ¿se imagina usted si todos sus amigos y relacionados tuvieran acceso a aquellos comentarios sobre otras personas que usted hace en casa con su pareja, o en el bar con sus amigos?, seamos sinceros: definitivamente sería un desastre para las damas que encontraron a Fulanita gorda y mal vestida en la última fiesta, o para los varones que hicieron comentarios obscenos sobre la nueva cirugía plástica de la vecina.
La verdad es que en general somos como género verdaderas escenografías ambulantes; la cara que presentamos al mundo rara vez coincide con la verdadera, esa que mostramos en la intimidad, aparte que tenemos la arraigada costumbre de “ver la paja en ojo ajeno mas nunca la viga en el propio”, ¿saben por qué?, pues porque somos soberbios y creemos que podemos engañar hasta el propio Dios, porque aparte de soberbios, somos cínicos y mal hablados, y la mayoría de las veces nos delatamos con nuestra propia lengua, con razón el Apóstol Santiago dice sobre ella: “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!. Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación , y ella misma es inflamada por el infierno”.
Nos justificamos con “evitar la confrontación, para no perder la amistad o sencillamente porque es más fácil y menos conflictivo”, definitivamente no nos gusta oír la verdad, especialmente cuando esta nos pone en el banquillo de los acusados, preferimos inventar una ficción que vivir nuestra realidad, por tal razón hay quienes viven endeudados, otros cargando a cuestas matrimonios que son un desastre, y la gran mayoría pretendiendo ignorar a Dios.
En este esquema es que celebramos la Navidad y el Año Nuevo, en un mundo de fantasía muy lejano a su verdadero significado, por ello sugiero a todos los que se dicen cristianos, que roguemos a Dios para que nos ayude a través de su hijo Jesús en la titánica lucha por controlar nuestras lenguas, desde capitán a paje, si logramos dominar nuestro lengua estaremos más cerca de una Venezuela mejor.

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Nuestros ojos perciben a las personas como gordas, flacas, bajas, altas, feas, bonitas, nuestro olfato califica al hediendo o perfumado, nuestros oídos clasifican al que habla duro, ronco, chillón, o afónico. Nuestras características físicas son detectables por medio de nuestros sentidos. Lo que está a la vista de los demás también debería estar para nuestros propios ojos pero curiosamente tendemos a ignorarlos, incluso quien está pasado de peso suele molestarse si se lo recuerda.
Hay otro aspecto que no se capta con los sentidos: el carácter, cuyos son rasgos intangibles, no visibles, ni olibles, ni audibles, es el espejo del espíritu, lo definen como “animo, valor, aliento, brío, esfuerzo”, ese carácter albergado por nuestro espíritu resulta de la sumatoria de mente, emociones y voluntad, todos encerrados en ese contenedor llamado espíritu, el que si está iluminado por el Espíritu de Dios brillará por sus características de “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza” ( Gálatas 5:22) , mas si ese espíritu es gobernado por el cuerpo y sus sentidos, tendrá el riesgo inminente de “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, homicidios, borracheras y orgías”(Gálatas 5: 19-21). No existen señales externas visibles a simple vista que digan “este hombre ( o mujer) es iracundo, idolatra, conflictivo, adúltero, depravado, borracho o asesino”, lo que hace posible captar esto en los demás es la convivencia, auto diagnosticarse es imposible, por tal razón es que Jesucristo nos advirtió: “¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano” (Marcos 6:42), necesitamos quien nos ayude a sacar esa viga, un ermitaño con espejo siempre podrá saber si está sucio o limpio, gordo o flaco, feo o bien parecido, pero difícilmente podrá captar sus cualidades espirituales, por esa simple razón los cristianos tenemos como obligación el congregarnos, ser parte de la gran familia, para ayudarnos, para exhortarnos, para advertirnos sobre la faceta de nuestro carácter que atenta contra esa luz proveniente de Dios. Pero, así como recibir a una persona obesa con un “¡que gordo estas!”, tampoco se puede decir a un hermano “¡cuán soberbio eres!”; así como en lo carnal se puede aconsejar a un desconocido sobre los riesgos de la obesidad sin ofenderlo, con mayor razón se podrá avisar amorosamente a un hermano sobre sus debilidades: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino que exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. (Hebreos 10: 24-25). En definitiva: es necesario congregarse para agradar a Dios.

Nuestros ojos perciben a las personas como gordas, flacas, bajas, altas, feas, bonitas, nuestro olfato califica al hediendo o perfumado, nuestros oídos clasifican al que habla duro, ronco, chillón, o afónico. Nuestras características físicas son detectables por medio de nuestros sentidos. Lo que está a la vista de los demás también debería estar para nuestros propios ojos pero curiosamente tendemos a ignorarlos, incluso quien está pasado de peso suele molestarse si se lo recuerda.
Hay otro aspecto que no se capta con los sentidos: el carácter, cuyos son rasgos intangibles, no visibles, ni olibles, ni audibles, es el espejo del espíritu, lo definen como “animo, valor, aliento, brío, esfuerzo”, ese carácter albergado por nuestro espíritu resulta de la sumatoria de mente, emociones y voluntad, todos encerrados en ese contenedor llamado espíritu, el que si está iluminado por el Espíritu de Dios brillará por sus características de “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza” ( Gálatas 5:22) , mas si ese espíritu es gobernado por el cuerpo y sus sentidos, tendrá el riesgo inminente de “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, homicidios, borracheras y orgías”(Gálatas 5: 19-21). No existen señales externas visibles a simple vista que digan “este hombre ( o mujer) es iracundo, idolatra, conflictivo, adúltero, depravado, borracho o asesino”, lo que hace posible captar esto en los demás es la convivencia, auto diagnosticarse es imposible, por tal razón es que Jesucristo nos advirtió: “¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano” (Marcos 6:42), necesitamos quien nos ayude a sacar esa viga, un ermitaño con espejo siempre podrá saber si está sucio o limpio, gordo o flaco, feo o bien parecido, pero difícilmente podrá captar sus cualidades espirituales, por esa simple razón los cristianos tenemos como obligación el congregarnos, ser parte de la gran familia, para ayudarnos, para exhortarnos, para advertirnos sobre la faceta de nuestro carácter que atenta contra esa luz proveniente de Dios. Pero, así como recibir a una persona obesa con un “¡que gordo estas!”, tampoco se puede decir a un hermano “¡cuán soberbio eres!”; así como en lo carnal se puede aconsejar a un desconocido sobre los riesgos de la obesidad sin ofenderlo, con mayor razón se podrá avisar amorosamente a un hermano sobre sus debilidades: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino que exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. (Hebreos 10: 24-25). En definitiva: es necesario congregarse para agradar a Dios.

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De cuál victoria se habla? , ¿cuál siempre?, palabras delicadas y peligrosas, no existe mejor victorioso que el que triunfa con humildad, no existe victoria humana que sea para siempre, me disculpan pero el uso constante de ambas palabras me huele a soberbia.
Durante el ascenso de un imperio poderoso las multitudes gritaban en el éxtasis del delirio: “¡Sieg heil! , que en castellano viene a ser más o menos “¡Salud victoria! , en esos momentos Adolf Hitler estaba seguro de poder conquistar al mundo, se sentía invencible, todopoderoso y eterno, paradójicamente a como le tocó morir unos años más tarde, el “omnipotente” se suicidó acorralado y humillado mediante un tiro en la cabeza, en su bunker de Berlín, en los mismos momentos cuando unos pocos fanáticos rendían sus vidas presentando inútil resistencia al acoso de las tropas rusas.
Más tarde la Unión Soviética mostró pensar lo mismo y… ¡miren como se derrumbó!; ¡así de sencillo!, como un castillo de naipes que se cae ante quienes solo le resollaban cerca. Igual pasó con el Imperio de Alejandro Magno y con el Imperio Romano, ambos caracterizados por su extensión territorial y su eficiencia militar, sus castas y su decadencia moral, pese a que el Imperio Romano duró más de tres siglos constituyéndose como el más largo en la historia, igual bajaron la cabeza y terminaron claudicando, no contra un ejército, sino ante el cristianismo.
¡Victoria!….¿cuál victoria?, ¿aplastando a naciones enteras para someterlas?, ¿obligándolas a cambiar creencias y costumbres?, ¿cuánto dura eso?, ¿qué tan efectiva es la fuerza para matar el pensamiento y las ideas? , está visto que eso es inútil, es cosa de fijarse en los israelitas; no ha existido otro pueblo que haya sido tan perseguido y sin embargo allí están de pie, fuertes y organizados.
La peor batalla que pelea el hombre es contra sí mismo, empezando con su boca; el Apóstol Santiago escribió: “Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres que están hechos a imagen y semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así ”( Santiago 3:8-10)
Está visto que el peor enemigo del hombre es el propio hombre frente a sus propias debilidades que se erigen como tentaciones peligrosas, por ello la gran tarea es ganar la guerra contra sí mismo. No existe victoria más grande que registre la historia del mundo que la de Jesucristo contra la muerte, única victoria verdadera capaz de dar vida para siempre, ¿puede haber otra más grande?.
“Todo ser humano es como la hierba; y su grandeza es como las flores: la hierba se seca, y las flores se caen, pero la Palabra del Señor permanece para siempre”( 1Pedro 1:24).
“Porque los malos deseos están en contra de lo que quiere el Espíritu de Dios, y el Espíritu está en contra de los malos deseos. Por lo tanto ustedes no pueden hacer lo que se les antoje” (Gálatas 5:17).

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Ante una respuesta positiva cabe una contra-pregunta: ¿ es bueno ser pobre?, pareciera que si se contesta con un sí a la primera, la segunda parece caer de maduro con otro sí, lo cual constituiría una perogrullada, esta antítesis tal vez dilucide el dilema sobre cuanta riqueza debe tener un hombre para ser feliz sin perder su alma. La respuesta depende del punto de vista , si lo hacemos desde el punto carnal: ser rico no puede ser malo pues la riqueza satisface las necesidades carnales , ahora si la respuesta viene desde el espíritu la respuesta tiene más de una vertiente, pues sería absurdo afirmar que la riqueza es intrínsecamente perversa, peligrosa sí pero no por eso forzosamente mala, más bien constituye un elemento de riesgo que de no saber administrarlo puede convertirse en condenación eterna, en esta vida existen muchas cosas valiosas, útiles y de extrema necesidad que de ser mal usadas se convierten en elemento de daño extremo y mortal, tal es el caso del bisturí que en manos de un cirujano es instrumento para salvar vidas y en manos de un inexperto peligro de muerte , así sucede también con la riqueza y el poder: su exceso lleva el riesgo de caer en el sentimiento de autosuficiencia, en la soberbia de sentirse poderoso , olvidando a Dios y suplantándolo por el dios dinero, ese que compra gente, que atropella en forma prepotente, arrogante y con mucha vocación de injusticia. En el otro extremo está la pobreza; el vivir apremiado por las necesidades físicas con escazas o ninguna posibilidad de satisfacerlas, pone al individuo en la grave situación de animal acorralado que recurre a cualquier acto extremo como robar y hasta matar, sentir envidia, odio y también volverse soberbio en contra el propio Dios increpándolo con un ¿por qué a mí?.
Lo ideal es el equilibrio, ese que resumimos con un “Ni tan calvo, ni con dos pelucas”, en nuestro caso hemos sido empujados al extremo de “lucha de clases” que no resuelve ningún problema, más bien los profundiza, en su prédica se intenta justificarla manipulando la propia Biblia en su capítulo del joven rico ( Mateo19:24, Marcos 10:25, Lucas 18:25) que afirma que “es más fácil e pasar un camello por el ojo de una aguja , que entrar un rico en el reino de Dios”. Interpretaciones arbitrarias de la Palabra conduce a errores garrafales; no todo rico va al infierno, ni todo pobre va al cielo, lo que Dios juzga no es lo poco o mucho que tiene el hombre en su breve paso por esta tierra, lo que juzga es su actitud ante la abundancia o su carencia de bienes materiales.
“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” ( Hageo 2:8) , ¿pueden entonces estos ser malos?.
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3), y “pobres en espíritu” no se lee “bobalicones” sino “humildes de corazón”.
“Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Santiago 4:6, ¡más claro!
¿Será que siendo clase media es más fácil ir al cielo?

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CRISTO CORTA NOTA

Aún   conservo algunas costumbres de soltero,  como esa de llegar  a casa,   entrar   a  mi cuarto y prender la televisión, en esas  circunstancias suelo ver fragmentos de películas  en forma  intermitente,  entre las idas al baño y las visitas al closet, si el tema  vale  la pena puede ser que   le  ponga  atención completa  y dependiendo de lo avanzado de la trama es que   decido  terminarla  de ver  o  no,  en este  caso fue precisamente el tema  quien me atrapó  pues aunque de ciencia  ficción,   planteaba el descubrimiento  en una excavación arqueológica en  Jerusalén,  de  un cuerpo que  supuestamente  podía  ser el de Jesucristo, ¿se imaginan que  tal  cosa sucediese? ,   significaría que  Cristo  no resucitó;  el  derrumbe del cristianismo pues desaparecería el personaje  central, la piedra angular sobre la cual está  fundado el cristianismo.  Al parecer el guión del film y su  intención  estaban  orientados  para  mostrar  la miseria humana, el cómo cada quien  defiende su  “kiosco”, sus  interés y posiciones, pasando la verdad  a  ser  algo  secundario, curiosamente venía a replantear lo  acaecido  el día  de la resurrección de Jesús, cuando los sacerdotes judíos afirmaban que no había  resucitado, que mas bien sus discípulos  habían  robado  su cadáver,  pese  a  la gran piedra  que  se puso para sellar la tumba y la guardia armada de vigilancia, conseguir los restos mortales habría constituido prueba fehaciente que  Jesús  era  un impostor. Pese a  ser  un tema fantasioso no  estaba lejos de la realidad  actual  tras  20 siglos de la resurrección,  aún hoy no han  cesado  los intentos por destruir  su figura,  constituyen hechos recientes  la publicación de noticias sobre la posibilidad de haber  conseguido una tumba  que decían  “puede ser la  de Cristo”, o el bochinche  buscado con la película del Código Da Vinci, todos intentos infructuosos y malintencionados por   destruir a  la figura  más importante de la historia del mundo, la de quien cambió la  cronología del mundo en un  antes  y después de El .

Entre  los diálogos , me  llamó  la atención  una frase  de un personaje  que  buscaba hacerse del cuerpo; un político radical que deseaba  borrar a Cristo  del camino  pues “Cristo no tiene cabida en la política”, tal declaración, para mi es resumen  definitorio y perfecto de nuestra realidad actual: Cristo  no tiene  lugar  en casi ninguna actividad mundana, pues “estorba, es aburrido, corta nota” , etc, etc, ¿y como no  lo va a ser? , si entre  ladrones, corruptos, homosexuales, criminales, difamadores, pendencieros, iracundos, prepotentes, injustos,  lascivos, aduladores, hechiceros, borrachos, herejes, envidiosos  y libertinos, en esos  ambientes la palabra  de Jesucristo  es “aguafiestas”.

“No  améis al mundo, ni las cosas que  están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor  del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos  de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios  permanece para siempre” (1Juan 2: 15-17)

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Buscar atajos  constituye  un deporte muy popular:  toda  vez  que se consigue obstáculo en la  calle  o  en  la  carretera podemos  ver como  nunca faltan esos  que  saliéndose de la vía buscando un atajo,   reincorporándose  más  adelante  mostrando  desprecio   para  con   aquellos  “bobos” que   quedaron  pacientemente en espera, ¿se  creen más vivos?, evidentemente  así  pareciera, pero  en la  realidad solo consiguieron ganar unos  cuantos  segundos, tal vez minutos,  una cantidad  despreciable de  tiempo ,  también los  hemos visto   cuando el trafico se  tranca  en carretera angosta de dos  vías  por algún accidente,  allí  saliéndose  de la columna ocupan el canal donde  se supone  vendrán los que  circulan en dirección contraria, para  conformar  una  verdadera  barrera de vehículos mirándose   frente a  frente sin ninguna posibilidad de  solución.

Esta  actitud no es expresión aislada;  cada día  conseguimos  personajes   que poco menos   gritan su  desprecio absoluto por los  demás,  entrabando cualquier acto  humano  solo por la supuesta diversión de sentirse superior, pero ni siquiera son comparables a  los animales que  marchan en manadas  o a  los pájaros  que vuelan en bandadas, lo único  que  demuestran es su  coeficiente intelectual escaso y  una  extraña vocación por entorpecer toda actividad que ellos no controlen.

Los atajos constituyen para el hombre una tentación muy frecuente y para muchos  motivo de perdición, ahí  está  los que elijen delinquir para conseguir objetivos económicos  por la vía  rápida, allí  están los que se  divorcian porque  “les  sirvieron la comida fría”, allí  están los que recurren a la mentira como camino  corto para  no enfrentar la verdad.

El camino al perfeccionamiento no es fácil, requiere constancia, esfuerzo  y  mucho  trabajo,  no hay atajos ni recetas para llegar antes  a la meta, eso  lo pueden certificar los  atletas de alta competencia, los médicos y los artistas en  todas sus  disciplinas. El  hombre  a diferencia  de sus  compañeros  en la escala animal, poseyendo  además del cuerpo, un espíritu  y un alma,  prefieren   cultivar solo lo visible ( algunos ni siquiera esto),  permaneciendo en el  nivel de animal, no cultivan   espíritu y alma, minimizan  la vida usando los atajos de los  instintos,  viviendo una vida con tanto propósito como el que  tienen aquellos  perros  que  corren  ladrándole a  las  ruedas de un vehículo en movimiento.

Quien desconoce  a Dios viviendo a  nivel de animal desperdicia su vida y corre el inminente riesgo de morir peor de cómo vivió,  ni siquiera como  animal;  quien desee elevarse  sobre esa condición debe buscar  la comunicación con su Creador, mediante el conocimiento del manual  del fabricante ( la Palabra)  y mediante el ejercicio  diario de esas  reglas  establecidas para  la convivencia humana, como  el amor,  la tolerancia y el perdón.

 “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que  lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella, porque estrecha es la puerta, y angosto el camino  que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.  (Mateo 7:13-14).

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Hay  declaraciones de principios  que se manosean y pulen  a cada rato, pero los que lo practican  muestran no conocer  siquiera  su significado; no hay  practica cabal,  “moral y luces  son nuestras primeras  necesidades”  es  claro ejemplo, demasiada  gente  ha dado muestras evidentes de desconocer su significado, y no es pecado exclusivo de un grupo,  son muchas  las profesiones y  actividades que  hacen  gala de sus  valores “éticos”, que en  la práctica ejercen como fariseos:  predican pero no practican. El diccionario   dice de ético: “Recto, conforme a la moral, Parte de la filosofía que trata de  la moral y de las obligaciones  del hombre”, el concepto  se relaciona   con la moral, pero lo  moral para muchos es  manipulable, de allí   que permanezca  en lo difuso  e indefinido, como tantas cosas  en la  actualidad: la sexualidad, la obediencia, el respeto, la disciplina etc,  todo eso  que  ha pasado a  ser raro; en especial eso referente  a lo que  llamamos  “valores morales”.   

Existe  un  estrecho  vinculo entre  moral y ética, para mí la moral se refiere esencialmente a la lealtad que cada individuo tiene  con los valores espirituales  que declara  sustentar, es decir;   quien se declare cristiano  y  no vive  de acuerdo a Cristo;  sencillamente es un inmoral,  lo mismo pasa con los que  cacarean honestidad  y  en su vida  muestran ser  ladrones  y  corruptos.

Las palabras  moralidad y ética  están íntimamente amarradas, ambas escasas  como práctica, la falta de  integridad muestra  la relatividad  de  la palabra del hombre;  ser  íntegro significa cumplir preceptos  en todos  sus términos, nadie puede ser por ejemplo “cristiano  a su manera”, demócrata “a su manera”, justo “a su manera”, honesto “a su manera”, en el orden moral esas normas se relacionan con Dios, “el fabricante”, creador de todo lo visible e invisible, único personaje   poseedor de la verdad absoluta, pero a quien  el  hombre  en su propia  estupidez pretende engañar inventando reglas  propias  y cumpliéndolas de paso a   voluntad y discreción.

Si alguien declara ser  temeroso de  Dios pero sus actos se muestran contradictorios, erráticos, carente  absoluta   de reglas  y preceptos, en este caso ya no se  trata de inmoralidad, se está  en presencia  de una persona amoral, o sea sin principios  morales, que ajusta  todo su accionar a  su propia  conveniencia, tal personaje nunca será  confiable  ni para propios  ni  extraños, declararse  católico  o cristiano  para luego abrazar ideologías  humanas que fomentan el odio, la ira, las contiendas, las envidias, muestra  que ese persona abraza los principios amorales  del príncipe del mal: Satanás.

Nuestro paso  por  este  mundo está  sujeto a  constante elección:  vivir  como  ramita que arrastra el torrente, dejándose  llevar por la moda, lo mundano, lo carnal,  lo placentero,  o recurrir a la normativa de fabricante : “A los cielos y a la tierra llamo por  testigos  hoy contra  vosotros, que os he puesto delante la vida  y la muerte, la bendición y la maldición; escoge,  pues , la vida , para que vivas tú  y tu descendencia”( Deuteronomio 30:19).

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