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Nuestros pecados “respetables”, esos que creemos “veniales”, los tendemos a cometer con mayor facilidad en el contexto familiar; podemos ponernos “caretas cristianas” en la calle, pero nuestro verdadero carácter sale a luz en el seno familiar, en especial la impaciencia e irritabilidad, ambos comportamientos están íntimamente relacionadas, podemos definir la impaciencia como la fuerte molestia por las faltas o fallas que cometen los demás sin intencionalidad, cuya respuesta generalmente es con palabras para humillar a quien nos la provoca.
La verdadera raíz de la impaciencia radica en nuestro deseo en insistir en que los demás se comporten de acuerdo a nuestras expectativas. Los padres se impacientan con sus hijos adolescentes cuando no acatan disciplina: “¿Cuántas veces tendré que decirte que no dejes los zapatos en la sala?, ¿Cuándo vas a aprender a masticar con la boca cerrada?”, preguntas que muy a menudo son acompañadas con expresiones humillantes como “ ¿Acaso eres sordo? , ¿o tonto que no entiendes?”, así nuestro esfuerzo por educar solo sirve para humillar al hijo.
Las más populares de las impaciencias son sin lugar a dudas las que se ven tras el volante por parte de los conductores, por la lentitud del servicio en una tienda, el banco o el restaurante, o ante quien sufre de incontinencia verbal, estas impaciencias nos desgatan y hasta enferman; debemos eliminarlas partiendo por reconocer su malignidad, asumir arrepentimiento y buscar refugio en ese amor que Dios nos manda a los unos para con los otros.
Para los que hacen “gárgaras” con la palabra amor y manipulan las Escrituras en forma cotidiana, es preciso recordarles que 1Corintios 13, el gran capítulo del amor dice: “el amor es sufrido”, Gálatas 5:22-23 señala a la paciencia como uno de los nueve frutos del Espíritu, igual receta da Efesios 4:1-2, Colosenses 3:12, allí Pablo nos recomienda como debemos cultivar la paciencia, por lo cual podemos inferir que la impaciencia y el insulto es un pecado aborrecible ante Dios y que el amor constituye la inmunidad contra él.
Una buena definición de la palabra amor sería: “ Sentimiento humano, espontáneo, generoso e intenso, que; partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser, procura reciprocidad en el deseo de unión, completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”, es bueno resaltar en esta definición: “propia insuficiencia”; el hombre solo es incompleto, por lo que “necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”, “procura reciprocidad” o sea bidireccionalidad, espontaneo pues nadie ama obligado, y la generosidad característica que busca dar por sobre el recibir.
La irritabilidad marca la frecuencia con que la impaciencia se presenta, o la facilidad con que una persona puede impacientarse a la menor provocación. No es agradable estar con esta clase de gente, lamentablemente los miembros de su familia, compañeros y entorno, no tienen otra opción.
“ La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa” (Proverbios 19:11). “Porque el amor cubrirá una multitud de pecados” (1Pedro 4:8).
La receta es válida tanto para quien se impacienta como para quien la provoca.

HUECOS EN LA VIA

Tema de absoluta moda que nos preocupa pues destruye nuestros automóviles, alarga y demora nuestros viajes, y hasta puede ser causa de un accidente fatal, ¿por qué se producen los huecos en forma tan repetitiva?; usualmente por mala construcción, otras por mal diseño. .
Tratándose de pavimentos, debemos decir que asfalto y agua no se llevan bien, el pavimento como toda construcción, para ser bien construido deben respetarse los requisitos: la base o fundación bien compactada debe sellarse con un producto especial para recibir una mezcla asfáltica bien diseñada, instalada por capas bien apisonadas, sin olvidar que esta maniobra no puede efectuarse en presencia de lluvia.
En la vida siempre encontramos analogías, en este caso podríamos pasar desde lo que llamamos “Huecos en la vía” a otro tema que podríamos llamarlo “Huecos en la vida”; ambas experiencias tienen mucho en común, Jesucristo nos enseñó: “Cualquiera , pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé con un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace , le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos , y dieron con ímpetu contra aquella casa; y se cayó, y fue grande su ruina”. (Mateo 7:24-27).
Hay congruencia: cualquier actividad que se emprenda en la vida requiere ser ejecutada sobre fundamento sólido, sobre valores sólidos, sin vacíos, esos vacíos son los que permiten dudas, distracciones, errores, concesiones, negligencia o poco foco, si diseñamos y construimos nuestras vidas en forma correcta, conformaremos una obra tan robusta y sólida como el edificio construido sobre la roca, los “huecos en nuestras vidas” provienen justamente de prácticas como la envidia, lujuria, falta de perdón, o sea todo aquello que proviene del abandonarse a los placeres de la carne, relegando al olvido o a un segundo plano nuestro componente más trascendente : nuestro espíritu, al ignorarlo mostramos absoluto desprecio y desconocimiento por los principios de diseño que marcó nuestro Creador.
Los huecos en nuestra vida significan que no la hemos fundado sobre bases sólidas sino sobre la frivolidad del mundo, ese mundo que nos distrae y que nos hace volver las espalda a Dios, orientándonos a aceptar la perversión sexual y la justicia y dirección de hombres, tal como los “ huecos en la vía” pueden hacernos perder la vida física, los “ huecos en nuestras vidas” también nos hacen perder la vida, solo que esta pérdida es mucho más trascendente y definitiva pues se trata de la perdida de la vida eterna.
Vida eterna y pecado no se llevan bien, nuestra vida debe ser diseñada bajo especificaciones del Creador, nuestros bases de valores deben ser firmes y compactos, y antes de rodar por el mundo debemos buscar el sello del l Espíritu Santo, solo así el camino de la vida nos conducirá con éxito en viaje feliz

Así naciésemos perfectos, para mantener esa perfección necesitaríamos mantenimiento, lo que en la realidad pasa es que en forma inexorable nos ponemos barrigones y llenos de achaques, algunos alegan que esto es natural consecuencia del envejecimiento, mas esta afirmación no resiste análisis ante tantos ejemplos de longevos que se “mantienen” en forma mediante hábitos sanos y disciplinados de actividad física, dieta balanceada y en ausencia de abusos en licor y vida desordenada. Eso sucede con nuestros cuerpos, pero el hombre es mucho más que cuerpo físico, también es alma y espíritu, la buena salud de ambos determinan nuestra “actitud” ante la vida, a esa actitud la Biblia llama ”corazón” y es por este “corazón” es que Dios nos juzga; pese a esa trascendencia son muy pocos los hombres que se preocupan de mantener ese “corazón” en forma adecuada; tal como sucede con los que hacen ejercicio a diario, así también es preciso ejercitar lo espiritual conociendo, estudiando y siguiendo el “manual de vida” : la Biblia, comunicarse con nuestro Padre mediante la oración, practicando a diario un examen introspectivo sobre cuáles son los aspectos de la vida en que el “mantenimiento correctivo” es necesario, y como “mantenimiento preventivo” : huyendo de las tentaciones que el demonio presenta envueltas en atractivo envase para alejarnos del buen camino.
Está más que claro que si a nuestro automóvil lo dejamos sin mantenimiento; se volverá “cacharro” , está visto que si el jardín no se mantiene en forma periódica; la mala hierba se lo traga, también está visto que si usted es testigo de alguien cerca que malbarata su vida, por amor se le acerca y lo exhorta a cambiar de actitud, eso mismo debe suceder con nuestra gran casa Venezuela, tras ver los prados públicos, sus carreteras, sus hospitales y por sobre todo las relaciones interpersonales que han vuelto al país tierra de enemigos en lugar de hermanos, procede una exhortación colectiva.
El petróleo hoy más que nunca constituye el “sueldo” de Venezuela, esta actividad ha sufrido en los últimos días uno de los peores accidentes de su vida, cuando esto sucede es preciso no ceder a la tentación de llorar sobre la leche derramada, es preciso buscar las causas a corregir, las razones técnicas pueden ser las más fáciles de detectar, pero hay algo más peligroso y profundo en los orígenes de la tragedia, eso es la actitud, en especial si esa actitud es la de menospreciar el mantenimiento, no puede haber “contingencia casual”, para proveer seguridad hoy existen infinidad de controles automáticos, al extremo que hasta los carros indican en forma clara cuando falta aire en los cauchos, de tal manera que resulta demasiado difícil imaginar que un enorme tanque de gas altamente inflamable no anuncie la caída violenta de presión interna o que no existan detectores de gas ambientales.
“Airaos pero no pequéis”, dice la Biblia; tenemos derecho a exigir se establezcan responsabilidades de esta amarga tragedia que enluta a todo el país, respuestas como “apátridas, sáquense el odio, insensibles” y tantos otros epítetos a los que nos tiene acostumbrados, solo muestra lo que la Biblia dice. “ De la abundancia del corazón habla la boca”. @schaton

“Como ciudad derribada y sin muro, es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda (Proverbios25:28). Como es sabido en los tiempos bíblicos, cualquier ciudad que no contare con una muralla que le sirviera de protección contra el ataque de enemigos estaba expuesta al saqueo y a su completa destrucción, o si vamos al presente la similitud cercana sería la de una casa sin rejas, ni cerraduras ni candados o el automóvil que pierde dirección y freno, que solo se detiene cuando se estrella.
De la misma manera como una de esas ciudades del pasado quedaban a merced del ataque de los enemigos para ser sometidas o destruidas, asimismo es la persona que no tiene dominio propio. El descontrol puede manifestarse en muchas formas, son tan comunes que a veces las pasamos por alto, las podemos ver en la vida diaria, todas tienen consecuencias negativas, fácil resulta observar a personas que no se controlan cuando se trata de comida, bebida, sexo, carácter, juego, hasta la muy popular incontinencia verbal, entre otras.
El dominio propio consiste en el control prudente o gobierno de nuestros deseos, apetitos, impulsos , emociones y pasiones, es saber decir que no cuando es preciso hacerlo, Dios regaló al hombre inteligencia y voluntad para distinguir como la falta de control puede ser dañino por sus consecuencias, está a la vista que el sobrepeso trae problemas serios para la salud, como el beber sin medida, como el fumar, como el cometer excesos con la lengua ( por algo existe un refrán que dice “por la lengua muere el pez”), la pornografía, las obsesiones por el trabajo y también podríamos incluir a aquellos que asumen una actitud “monovalente” consagrando sus vidas a una dedicación exclusiva, dejando abandonadas las otras tantas obligaciones cotidianas.
La tendencia a cumplir nuestros deseos sin control, hace que estos lleguen a controlarnos, en vez de ser nosotros quienes los controlemos. En contraposición tenemos la templanza, la cual es definida por el diccionario como “Moderación, sobriedad y continencia. Una de las cuatro virtudes cardinales , que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón”, esta definición deja más que claro el concepto sobre el cual estamos hablando, llama la atención la inclusión de la palabra “razón”, de esta palabra deriva el calificativo de “razonable”, ¿qué es razonable?, ¿ es razonable para un borracho emborracharse o para un iracundo buscar bronca?; eso realmente no sería razonable en la medida que no cumple con ser “conforme a la razón, ni justo, ni bastante en calidad y cantidad”, la razón nos llama a ser sobrios y equilibrados, eso significa que siendo inteligentes debemos también buscar equilibrio entre cuerpo y espíritu, entre ese espíritu de trascendencia eterna y nuestra carne perecedera y corruptible, de hecho los demonios, de los cuales algunos niegan su existencia, nos tientan para satisfacer siempre los deseos del cuerpo, para alejarnos así de la ruta hacia la eternidad junto a Dios, “ Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1Pedro 5:8).
Quien no practique el dominio propio, corre el inminente riesgo de tirar su vida al barranco.

Está visto que en el reino animal es el hombre quien nace más desvalido de todos en lo que se refiere a dependencia y aprendizaje, no hace mucho recibí un artículo que preguntaba en su título “¿Quién enseñó a hablar al hombre”; por lo visto y leído no hay respuesta a esa incógnita pues se afirma que cualquier animal aprende aunque sea en soledad y aislamiento a ladrar, graznar, relinchar o mugir, cualquiera que sea el caso, en cambio el hombre aislado no aprende a hablar; el detalle me parece muy relevante y la pregunta crucial: ¿quién enseñó al hombre a hablar, pensar, amar, interrelacionarse etc.?, está muy claro que esa dependencia habla mucho de nosotros mismos, y esa dependencia constituye un punto muy interesante en la visión global del hombre pues está visto que en solitario “no va pa’l baile”.
La creación completa habla de equilibrio, nada ni nadie proviene de la casualidad, me perdonan los que así lo creen pero estoy profundamente convencido que en la majestuosidad del universo está patente la mano de un Dios Creador que hizo todo con tal precisión que toda obra de hombre, así sea de la NASA, parecen alpargatas viejas en su comparación, el hombre madura cuando encuentra equilibrio y ponderación, cuando llega a aprender a no depender de hombres, es aquí es donde muchos padres se equivocan viendo al vástago de 25 años como si fuera un muchacho dependiente de 13, haciéndole un enorme daño; “no dejando que el pajarito estrene sus alas”, lo mismo pasa con los individuos que buscan el alero de un patrón para que los ampare y se acostumbran a una vida sin iniciativas y sin más costumbre de marcar las entradas y salidas a sus respectivas horas, pasa con los pueblos que confían en líderes de carne y hueso recurriendo a los mal llamados “gobiernos paternalistas”, esperando que papá gobierno les regale alimentación, vivienda, salud y educación, no ejerciendo iniciativa alguna para depender de la autoridad suprema de Dios.
Otra cosa sucede con El ; El que es el Padre de todo pudiera forzarnos a tomar conciencia de nuestra necesidad de El, pero no nos obliga, El como Padre amoroso espera pacientemente por el discernimiento y la madurez. para que lo conozcamos y voluntariamente nos vayamos entregando a su guía y protección, de esta manera lo que para algunos es debilidad para nosotros representa fuerza y victoria; entregando nuestras vidas, cargas y preocupaciones al más grande de los Padres: Dios, y al mayor de nuestros hermanos, nuestro abogado defensor y sumo sacerdote Jesús.
Nadie dijo que es fácil entregarnos a quien nos diseñó, pero es la decisión más sabia que puede tomar un hombre, vencer el yo carnal no es fácil, para ello hace falta, primero tomar conciencia de nuestra condición de esclavos de la carne, conocer a Dios mediante su Palabra, confiar en El, comprometernos con El a tiempo completo y reconocer que solo esta constituye la verdadera libertad.
“Por eso, mientras siga en pié la promesa de descansar con Dios, debemos tener cuidado. Sería una lastima que alguno de ustedes no pudiera recibir de Dios de Dios ese descanso. Porque oímos la buena noticia, igual que los israelitas que salieron de Egipto. Solo que a ellos no les sirvió de nada oírla, porque no creyeron en el mensaje” (Hebreos 4: 1-2) .

ERRADICANDO LA IRA

Se debería exigir a quienes las ofician como autoridades pertinentes, que declaren la ira como pandemia, ¿exageración?… ¡no creo! , es cosa de observar lo que pasa a nuestro alrededor para constatar como bastó que los encargados de mostrar freno a quienes delinquen, exhibieran un garrote de terciopelo como argumento de disuasión, así una verdadera ira asesina se esparció como gasolina encendida, y eso no solo vale para los delincuentes comunes , los hay también quienes se “prenden” tras un micrófono o volante llegando al extremo del “plomo del bueno”.
Entiendo el airarse como concepto relacionado pero no igual a la ira, todos nos airamos, pero no todos caemos en el pozo negro de la ira, la palabra airar la define el diccionario como “ mover a ira”, de tal manera que marcaría el inicio de un tránsito gradual hacia la ira; si somos seres inteligentes con voluntad y razonamiento, es evidente que debemos ejercer control sobre nuestros sentimientos y emociones y detenernos, controlarnos, dar rienda suelta a nuestros instintos significa renunciar a nuestra condición de hombres.
“El que tarda en airarse es grande en entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad” (Proverbios 14:29). A buen entendedor pocas palabras: quien controla la ira actúa como sabio, el “mecha corta” es necio.
La ira es un problema universal , está presente en todas las culturas y generaciones, nadie es indemne a su veneno ni puede aislarse de su existencia , invade nuestras relaciones personales y las destruye, por ello la ira se constituye en peligro grave para la buena convivencia, por desgracia se manifiesta con la excesiva agresividad que conseguimos en las calles y por desgracia también en el seno de las familias.
¿Qué es la ira?; el diccionario es prolifero al respecto: “Pasión del alma que causa indignación y enojo. Apetito o deseo de venganza. Repetición de actos de saña, encono o venganza” a quien es propenso o poseído por ella se le llama iracundo, el iracundo no es persona grata en una comunidad, ni siquiera en su círculo íntimo.
Hay quienes creen en la existencia de una ira justa como respuesta hacia un acto de atropello o injusticia, si así fuere la ira se regaría por todas partes, se multiplicaría y actuaría como elemento de disolución de nuestras sociedades, a decir verdad el concepto de atropello o injusticia no siempre se deriva de un juicio objetivo, todo depende del punto de vista; la mayoría de las veces esconde un deseo de controlar al entorno tratando de imponer deseos, puntos de vista o intereses muy personales , por ello que muchas de nuestras “iras” muchas veces no sean realmente justas.
El primer síntoma de la ira es la pérdida de la calma, después del autocontrol, llegando a este punto el hombre da rienda suelta a sus instintos más primitivos como lo es la violencia, sea esta física o verbal, ambas generan una cadena de consecuencias que en vez de solucionar, profundizan los conflictos.
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:26-27), sabio consejo que nos urge a resistir la tentación de molestarse, sentir enojo es normal, dejarse arrastrar por él siempre conduce a males aún peores.

Cada día, cada persona vive eligiendo, desde la mañana cuando decide qué ropa ponerse, cual desayuno tomar, a qué hora salir, cual camino tomar etc. , vivir implica un constante elegir, cada elección generará un acto, no existen situaciones en que se haga algo que no sea producto de una decisión, hasta esos eventos en que nos sentimos obligados, también son generados por una decisión; para ejemplo, el malandro exige: “ el carro o la vida”, la lógica escoge la vida.
Tanto los individuos como los colectivos se mueven por decisiones, cuando se trata de colectivos estas decisiones toman el nombre de política, en el caso del mayor colectivo toma el nombre de pueblo; el pueblo delega sus decisiones en los políticos y ellos deben interpretar y representar a quienes los nombraron (en teoría), no es que vaya a hacer una apología en contra de los políticos y la política; son indispensables, pero, más bien creo que ellos son exactamente representativos de las mayorías, no en cuanto a cumplir mandato sino a ser reflejo de sus electores, los cuales por desgracia, hoy por hoy, los más son fariseos, esos que declaran creer algo pero no viven de acuerdo a ello, es un mundo de fariseos, Jesucristo dijo de ellos: “Todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen”, cuando llegan a líderes, su comportamiento implica la gran responsabilidad del ejemplo, este afectará y será imitado por muchos, ejerciendo con ello un mecanismo multiplicador. Si a ver vamos, pareciera que hablar de políticos hoy en Venezuela y el mundo equivale a hablar de corrupción y por sobre todo de defensa de intereses personales y ausencia de sentido común y valores éticos y morales, es sinónimo de medidas populacheras por sobre las que el sentido común o lo técnico recomiendan, por ello la política pública ha llegado a entenderse como sinónimo de componendas, negociaciones a espaldas al pueblo y por sobre todo “ chanchullos” , ¿acaso eso significa que debemos eliminar a los políticos?, ¡por supuesto que no! , pues delegar en una sola persona tanta responsabilidad implicaría aún mayor riesgo de caer al precipicio, la verdadera solución radica en que los “los fariseos” sean reemplazados por gente con principios, y entre estos, ojalá auténticos cristianos.
Los políticos son los ciudadanos exhibidos en la vitrina de gobierno, son representativos del ser humano en virtudes y defectos, el asunto es que entre los hombres siempre ha sido más fácil hacer lo malo que lo bueno, decir sí cuando es preciso un no, como sucede con padres, gerentes y cualquier hombre común y corriente que habiendo nacido limpio, se va contaminando con la basura del mundo al que llega y poco a poco comienza a buscar los espejismos fáciles del mal y a rechazar por “aburrido” el comportamiento recto representado por las reglas del fabricante (Dios).
Una vez más es preciso recordar que el hombre fue enviado a este mundo a una pasantía que precisamente lo insta a elegir entre el bien y el mal, entre lo fácil y lo correcto, entre la vida terrenal y la eterna. “A los cielos y la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19).

He vivido la porción más grande de mi vida en Venezuela, cuando la vi por vez primera me impresionó el espectáculo de los cerros de Caracas y sus ranchos, pero lo que más me impactó fue la corrupción, la que para la época tenía hasta apellido de “administrativa”; se la veía como privativa de los empleados públicos, conocí la “matraca” de los fiscales de ingeniería sanitaria y municipal, pero la experiencia que más me golpeó, por el respeto inculcado desde niño, fue la de los fiscales de tránsito y la de la guardia en la autopista regional del centro, aprendí que el problema era mucho más complicado de lo que a primera vista parecía pues la población podía ser dividida en dos fracciones: los que cobraban sobornos y los que pagaban , engendrando la falsa imagen que solo los cobradores eran los inmorales que “obligaban” a esas “pobres victimas” bajo la figura del chantaje.
Hoy tengo clara visión como cristiano de esos pecados vistos como “respetables” por “formar parte del paisaje”, ellos son fieles representantes del llamado “doble estándar”: “como yo no cobro no peco; peca el que cobra”. Muchos son los que se auto proclaman cristianos pero viven una vida apartada de las Escrituras en cuanto a su vida “civil” , se “sienten santos” durante los pocos minutos en la iglesia o en el breve tiempo dedicado a la oración. Sobre nuestro comportamiento ciudadano la Biblia nos dice:
“Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. (Mateo 22:21). El propio Jesucristo nos enseñó que es preciso obedecer a la autoridad civil, pues al fin y al cabo es Dios quien permite su ascenso al poder, los pueblos obedientes escogerán gobernantes piadosos, los pueblos desviados elegirán gobernantes impíos, adoradores de ídolos, brujos y adivinos.
La obediencia a la autoridad civil tiene límite; todo aquel que practique el mal bajo la excusa de “ cumplir órdenes”, invocada por oficiales nazis por asesinar millones de judíos, ni siquiera la ley humana lo exculpa, mucho menos la divina, baste recordar lo manifestado en Hechos 5:29: “”Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.
El hombre natural obedece reglas bajo el temor del “garrote”, o sea cual bestia, el hombre espiritual distingue y rechaza el mal eligiendo el bien, el garrote está representado por el castigo, castigo que si ese hombre natural no tiene a la vista, nada le impedirá hacer el mal. Es más fácil actuar como hombre natural; basta con seguir los instintos animales, en cambio obedecer a Dios como Padre y Creador obliga a dominar esos instintos, es una lucha constante y como tal es más difícil.
El señor del mal auspicia al hombre natural y le refuerza su conducta convenciendo al mundo que él no existe y que si llegare a presentarse lo hará con cachos, tridentes y oliendo a azufre, superchería por demás ridícula pero que agregada a que nuestro país el garrote es de seda, por la ausencia de prevención y represión del delito, convierte al mal camino como atractivo.
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos, entonces Yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” 2Crónicas 7:14.

IRRESPETO A DIOS

En Venezuela hay dos nombres manipulados con demasiada frecuencia, cuya invocación de ser hecha con debido respeto y disposición convertiría nuestras vidas en modelos; otro gallo cantaría para los venezolanos, el primero es el de Dios y el segundo Bolívar. Las dificultades que enfrenta Venezuela se deben justamente a este irrespeto; volver la espalda a ambos ha traído crisis moral y política, solo que en el caso de la desobediencia a Dios es mucho más grave: un pueblo que lo aborrece solo gana simpatía e inspiración en Satanás
Contrariamente a lo que generalmente se piensa: impiedad y maldad son conceptos diferentes, cualquiera puede ser amable y respetable pero a la vez impío, la impiedad describe la falta de actitud apropiada hacia Dios, nuestra mayor parte del día la vivimos ”en piloto automático”, nos decimos cristianos pero al salir a la calle empezamos a actuar como si Dios no existiera o estuviera al menos ausente ( Jeremías 10:23-25), en este sentido no hay diferencia alguna con ese prójimo amable, decente pero incrédulo. Antes de tomar una decisión Santiago 4:13-15 recomienda subordinar nuestras decisiones a la voluntad de Dios, no condena el planificar, lo que condena es desconocer la dependencia de Dios, esas palabras tan comunes como el “si Dios quiere”, tan usuales como superficiales, como las bendiciones que muchos regalan sin la conciencia sobre el significado y en algunos casos sin siquiera una mínima limpieza espiritual para andar “ordenando a Dios” repartir bendiciones, no cumplen con el precepto.
Nos negamos a de ser catalogados como pecadores ( impíos), al fin y al cabo “somos cristianos”, no somos ateos ni mucho menos malvados; creemos que asistiendo a la iglesia “de vez en cuando” , elevando alguna oración durante sustos o emergencias, sin pecados escandalosos, dando de limosna lo que sobra en los bolsillos, considerando que en general llevamos unas vidas ordenadas y respetables… ¿cómo caer entonces en la categoría de impío?.
Somos impíos toda vez que se consulta el horóscopo, o cada vez que sobornamos al policía o funcionario, toda vez que pensamos que el oficio de santero, adivina o bruja es inofensivo, toda vez que nos “descomponemos” ante el taxista que se nos atraviesa, o cuando montamos en cólera cuando nos mal atiende un funcionario o vendedor, y lo más grave: cuando olvidamos que Dios está a cargo de todo.
El “todo” lo que hagamos (1Corintios 10:31) se refiere a que debemos comer para su gloria, conducir nuestro automóvil, comprar en las tiendas, trabajar en la oficina, reunirnos con los amigos, rechazar la corrupción, la violencia y la injusticia, en resumen: comportarnos con la certitud de hacer todo como a Dios le agrada, no está mal presentar a Dios nuestras necesidades materiales, pero si eso es todo lo que pedimos , estamos tratando a Dios como un “sirviente divino”.
Ese “todo” también es aplicable a los pueblos, pero….¿que son los pueblos, sino la sumatoria de individualidades?, y si los individuos son impíos…..¿qué será el pueblo? (Isaías 8:19-22).
Cuando vienen las catástrofes muchos se acuerdan de Dios, pero como Dios es un caballero; si con nuestro comportamiento lo corremos; El respeta nuestro libre albedrío… ¡¡ni Dios obliga a militar en sus filas!!!

El hombre llega al mundo desnudo, solo con su soplo de vida, cae en una familia que puede ser más o menos rica o más o menos pobre, este parámetro resulta ser el de mayor trascendencia e importancia y determina lo que Marx afirmó en el siglo XIX: “el interés es lo que mueve al mundo”, tanto para individuos como países, empecemos con los llamados “intereses de clase” que señalaba Marx para percatarse que la meta de los pobres es dejar de ser pobres, o sea tener dinero, la clase media desea progresar, o sea tener más dinero, y la llamada clase alta aspira a tener más y más dinero para no ceder ni un centímetro de su estándar de vida, los llamados “estratos sociales” se configuran por tramos de ingresos, ya no existe realeza, aristocracia ni sangre azul, el mundo actual, al menos en esto, es más sincero: las diferencias no residen en la educación ni en la raza, ni en el color, ni en la religión, están sencillamente definidas por “cuanto tienes”.
Curiosa situación la del hombre que dice conocer a Dios , pero vive ansioso e infeliz por conseguir una posición económica que le permita obtener confort, estabilidad y seguridad materiales, enviando a segundo plano su condición de creación especial de Dios, más aún; declara conocer la existencia del Creador, pero como si fuese historia lejana, vive obsesionado, angustiado y afanoso por posesiones terrenales.
He aquí el patético problema de los partidos políticos: resulta muy difícil tener repertorio que satisfaga a todos los “estratos sociales”, así a un Uslar Pietri nunca lo hubiese entendido el estrato E, así un Hugo Chávez nunca interpretará a los estratos A,B, C y parte del D, debido a que cada grupo defiende intereses que no tienen porqué coincidir ni solaparse con los de la letra contigua. Por desgracia pasa igual con las iglesias; en la católica hay mayor militancia de clase media, normalmente representada por empresarios, profesionales universitarios y comerciantes prósperos, lugar donde se sienten cómodos pues la feligresía resulta homogénea, de posiciones políticas congruentes y con exigencias fáciles de cumplir. Diferente es el caso de las iglesias evangélicas donde la congregación tiende a ser de extracción más popular y donde la mayoría de los que acuden necesitan ayuda, en este caso y en símil a los políticos, los pastores tendrán más o menos atractivo e influencia en tanto se identifiquen con los intereses de la congregación, razón por la cual será difícil conseguir iglesias evangélicas pluriclasistas, tan difícil como lo es construir partidos políticos de la misma condición.
¡Porca miseria!, diría un italiano; el mundo arropa al hombre y le hace sordo y ciego a Dios.
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”. Mateo 6:19-20. .
“Porque ¿qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma” Marcos 8:36.