No es novedad que se use el nombre de Dios para justificar la parranda y la inmoralidad, en la mal llamada Semana Santa se conmemora la pasión y muerte de Jesucristo; la verdad es que nunca he visto que una familia normal conmemore la muerte de alguno de sus miembros con parrillas, paseos a la playa y mucha pero mucha “caña”, en nuestra región sucede lo mismo con la celebración de la Virgen Del Valle, supuesta festividad religiosa que nos confirma la presencia colectiva del fariseísmo: discurso distinto del ejemplo de vida.
El premio mayor se lo lleva el fin de año: para Navidad conmemoramos el nacimiento de Jesús, primer cumpleaños en que el cumpleañero ni siquiera es invitado, solo figura como a quien debe pedirse regalos y es reemplazado en atención por un gordo barrigón que supuestamente vive en el Polo Norte, viaja vestido de rojo en un trineo que “vuela impulsado por todo un equipo de renos” y entrega regalos entrando en nuestras casas por la “chimenea ”.
Son muy pocos los que en arranque de honestidad confiesan que no creer en Dios, pero aún así a la hora de una emergencia no dejan de exclamar un “¡¡Dios mío!!”, todo nos conduce a concluir que vivimos en un mundo falso y pragmático, movido solo por el interés personal que ordena “haz lo que te convenga, haz lo que te procure placer y agrado, ¿para qué molestarse por el vecino?, ¿por qué dejar de hacer negocios sucios si nadie lo va a saber?”.
Usamos la creencia en el Dios Creador como una joya para llevar en el pecho, o como un título universitario de una profesión que nunca hemos ejercido pero que colgamos de la pared para que nos llamen doctor o licenciado.
Para colmo de los colmos hay quienes se dicen cristianos y guían su vida por el horóscopo y el tarot y en esta época del año corren a buscar “lo que les depara el destino” en el nuevo año que se avecina, preparándose para comer 12 uvas con las doce campanadas de la medianoche o a salir en ridícula carrera a dar vueltas por la calle cargando unas maletas que aseguren un año de viajes placenteros, sin olvidar las cucharadas de lentejas o el uso de ropa interior de color amarillo para traer suerte.
Decimos creer en un Padre del cielo, pero ignoramos a El y a su Hijo, y no solo eso: recurrimos a supercherías y hasta prácticas de hechiceros y adivinos; por desgracia son muchos los que se hacen llamar cristianos y ni siquiera conocen los estatutos llamados a respetar por todo cristiano, llámese evangélico, católico, ortodoxo, anglicano o luterano, esos estatutos están contenidos en los 66 libros que conforman la Biblia, no conocerlos equivale a hacerse llamar médico y nunca haber estudiado anatomía.
Los hombres somos una paradoja; en vez de recurrir al Dios perfecto creador de lo visible y lo invisible, recurrimos a hombres imperfectos, mentirosos, egoístas y hasta ladrones: “ No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios” (Levítico 19:31).
“Yo Jehová , que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría” ( Isaías 44: 24-25).
“ Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo al vituperio” (Hebreos 6: 4-6).
Jesucristo murió en la cruz pagando por nuestros pecados, toda vez que desobedecemos al Padre lo crucificamos otra vez.
JESUCRISTO OTRA VEZ CRUCIFICADO
enero 26, 2013 por plumacristiana
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